De cara al horizonte: agosto 2012

sábado, 11 de agosto de 2012

La apasionada de la vida

De nuevo le había vuelto a pasar... no podía evitarlo. Ella era así, cada vez que sucedía algo, los sentimientos la arroyaban por completo, inundaban toda su alma como una especie de ola gigante que todo lo arrasaba. Era instantáneo, como una chispa que de repente saltaba y provocaba una increíble reacción en cadena. Amor, frustración, alegría, odio, tristeza, esperanza... No había término medio ni tiempos largos: de pronto estaba muy enfadada o más enamorada que nunca, pero nunca era la última; en apenas un instante saltaba tanto de alegría que las nubes sentían cosquillas cuando rozaba su panza con las puntas de los dedos; o estaba tan triste que conseguía que hasta el mismo cielo se volviera gris. A veces pensaba que debería tomárselo con más calma: entrar de lleno en la alegría era tan fácil como salir y salir de la tristeza era a veces un poco más costoso. Un día un médico sabiondo le dijo: "Eres algo esquizofrénica". ¡Qué palabra tan fea! A ella le gustaba más pensar que era pasional. Independientemente de la palabra, esa noche, la duda se había apoderado de ella mientras paseaba por la playa, a la orilla del mar, con la Luna como único testigo. ¡Incluso estuvo a punto de renunciar a sí misma! Dejar de ser ella e intentar ser otra persona totalmente distinta, poner muros y obstáculos a la súbita alegría, a la impredecible tristeza... llenar a trozos un corazón impaciente. Con la duda rondando su cabeza, vio como la marea empezaba a subir... Primero una ola... luego otra... Luego otra un poco más lejos... Cada vez se acercaban más y más y amenazaban con mojar la punta de sus pies. Poco a poco... hasta que de repente, sin saber de dónde ni cómo, apareció una ola gigante que la mojó de pies a cabeza y avanzó más que lo que todas las olas anteriores juntas habían conseguido. Y, de pronto, se encontró encima de la húmeda arena, respirando a todo tren, sintiendo el corazón no trotar, ni galopar, casi volar dentro de su pecho... era como una inyección de vida. ¡Vida! Y entonces, la duda se fue, y ella también, pero por distintos caminos. Se levantó segura de sí misma, sabiendo que nunca antes había estado tan contenta de ser como era. Pero nunca era la última.

¡Felicidades Irene!

Mira, alguien ha venido desde muy lejos para felicitarte. Si es que tengo unos contactos... xP

sábado, 4 de agosto de 2012

El fauno perdido


Si encontrar quisieras,
buscarías donde supieras
que lo podrías hallar.

Si encontrar no quieres,
buscarás donde supieres,
que jamás lo verás.

No es tan fácil,
tampoco tan difícil,
saber dónde mirar.

No hay que tener buen ojo,
tampoco buena vista,
tan solo sinceridad.

Entra fauno
en tu laberinto
y encuentra dónde llorar.

Vete fauno
a otro destino
mis penas no son el lugar.