De cara al horizonte: octubre 2014

sábado, 11 de octubre de 2014

La paradoja del "miau"

- "Hay veces que las palabras se atascan en la boca, o en la pantalla, mientras el cursor parpadea burlón, como si estuviera recordándote con sorna que no sabes qué decir. Se apelotonan todas en la punta de la lengua, pero escondidas. Notas su presencia, ocupan tanto espacio, que parece que se te hinchan los carrillos como un globo a punto de estallar. Y sin embargo, cuando vas a buscarlas, no están".

- "Se atascan en la boca como los sentimiento se quedan atrapados en la garganta, formando un nudo, en ocasiones marinero, imposible de romper. Muchas veces, las más, cuando las palabras se apelotonan pero no salen es porque los sentimientos pesan tanto que se hunden. Forman una especie de cuerda que, atadas con un nudo en la garganta, sostienen un peso que se balancean en lo más profundo del alma. Y ahí, en ese espacio etéreo, la tristeza, la desolación, la pena, la melancolía, penden de un hilo. Y van yendo y viniendo de un lado a otro como el péndulo de un reloj de pared".

- "En esas ocasiones, un buen recurso es escuchar música y esperar. Como cuando uno quiere dormir y no puede porque está pensando en que quiere dormir y no puede, porque está pensando en que quiere dormir y no puede, porque... En fin, ese tormento nocturno que en algún momento, en medio de la oscuridad, encuentra su fin sin que uno descubra el quid de la cuestión. De tal forma que cuando vuelve a quedarse encasillado, no sabe qué hacer, porque no lo recuerda. Simplemente sabe que en algún momento de la noche, algo hizo y se durmió. Los únicos testigos, a saber: la Luna, algunas estrellas si el cielo está despejado, y algún gato callejero que curiosee a través de las ventanas esperando un hueco por el que colarse para encontrar comida y/o un hogar. Pero los astros no hablan, aunque algunos dicen entenderlos, y los gatos solo dicen "miau" cuando quieren algo".

- "Resulta que el quid de la cuestión es que hay que esperar y no hacer nada. Porque quizás no sea el momento de dormirse todavía, o de llorar, o de entristecerse... Lo que toque en cada momento. O porque de tanto desearlo, no sale. Parece mentira que uno tarde tanto en aprender que en la vida las cosas no suceden a menudo cuando uno quiere. Suceden cuando uno acepta que ocurrirán cuando tengan que ocurrir. Paradójico, ¿verdad?"

Dejó de hablar y se fijó en sus ojos, de un color tan intenso, tan felino.... Era difícil decir si reflejaban curiosidad o indiferencia. Lo que sí que reflejaban era el brillo intenso de la Luna. Entonces, tomando mucho aire y hablando con cautela pero decisión, le preguntó:

- ¿Por qué me cuentas todo esto?

- Porque no puedo dormir ni llorar.

viernes, 10 de octubre de 2014

Algo funcionará

Quizás no debiste empezar. Quizás, y sólo quizás, deberías acabar ya. Pero esas cosas que se van acumulando en el montón de "todavía no" van sedimentando hasta formar un fósil en lo más profundo del alma. Y cuando lloras se erosiona, se deshace, e igual que cuando echas agua oxigenada en una herida, escuece. Y como duele, vuelves a tener excusa para decir "todavía no". Va pasando el tiempo, que dicen que lo cura todo. Pero a veces no, a veces es como un sonido de fondo que cada vez se hace más fuerte levantándote un intenso dolor de cabeza. Pero no siempre, hay veces que sí cura cosas. Y así te diste cuenta de lo absurdo de inventarse reglas. En la vida no hay reglas, hay situaciones, todas y cada una de ellas distintas. Puede que esto sea una regla, así que huye de ella y cree en las reglas. ¿Confuso verdad? Así es la vida. Vaya, otra norma. Haz lo que quieras, al final algo funcionará.

Buenas noches y buena suerte.