De cara al horizonte: septiembre 2009

domingo, 13 de septiembre de 2009

Camino arriba, camino abajo.

Cuando Marina se dio cuenta de que le faltaba su pendiente, inició sin dudarlo un largo camino en busca de tal preciado objeto. La angustia le nublaba la vista y apenas era capaz de recordar lo que escasos segundos antes había hecho, dicho o pensado. Nerviosa y ofuscada, siguió desandando lo andado, echando de vez en cuando un vistazo a los sitios susceptibles de ocultar el pendiente. Después de llegar hasta el último punto donde recordaba haber tenido entre sus manos el susodicho objeto, se dio la vuelta resignada, mas anduvo ojo avizor por si se daba la milagrosa aparición del pendiente. Pero cuando llegó al punto del que partió, al punto donde todo empezó, donde se percató de tan desagradable ausencia, la angustia se convirtió en tristeza, la esperanza en desesperación y la vitalidad en resignación. Abatida y desconsolada, Marina continuó su camino sin ni si quiera darse cuenta de que el pendiente desapareció en el momento en que la angustia invadió su cuerpo, pues este permaneció siempre en el sitio donde todo empezó y acabó, donde azarosamente el pendiente cayó al vacío irremediablemente. Algo que Marina nunca vio porque no quiso ver, porque su tozudez le impidió pensar con claridad, guiándola como un burro que no ve a ambos lados del camino, y que prosigue con su desganado trote sin saber cómo ni dónde acabará la travesía.

martes, 8 de septiembre de 2009

Feliz

Era un manojo de nervios. La angustia oprimía su pecho al mismo tiempo que la desesperación le quitaba aliento, vida. Mientras, preguntas y preguntas acechaban su mente, la martirizaban, y se iban sin dejar respuesta. "¿Por qué, Dios mio? ¡Sólo tiene tres días! Sólo hace tres días que reposa en mis brazos y ya me lo quieres arrebatar." Cuanto sufrió para dar a luz a tan pequeña e indefensa criatura, y cuánta recompensa al verle en sus brazos, llorando, luchando por respirar, por vivir, dando las gracias a quien le había dado la vida. "Dios mio, por favor, dale una oportunidad". Los minutos pasaban. Cada uno de ellos era un grano de arena que se deslizaba al vacío y añadía un instante más de incertidumbre. Pero tras un buen rato, la respuesta llegó. Se había salvado. Fue a verlo de nuevo para cerciorarse de que el milagro era real. Y al verlo de nuevo, envuelto en una manta blanca y con sus pequeños ojos cerrados, con su barriga subiendo y bajando, supo que daría hasta su vida por aquel ser que descansaba en esa cama. Al verlo respirar otra vez, libre de todo peligro, supo que alguien en algún lugar y por algún motivo, la quería. Al contemplarlo, con sus mejillas sonrosadas y sus dedos minúsculos, disfrutando del placer de vivir de nuevo, supo que, en ese preciso instante, nada ni nadie sobre la tierra o en el universo era tan feliz como ella. Feliz.

domingo, 6 de septiembre de 2009

martes, 1 de septiembre de 2009

De nuevo, el puzzle

Llega el momento. El puzzle se ha roto, ha volado en mil pedazos. Lo he aguantado más tiempo del que debiera. Y ahora me resiento. Se acerca la noche, una muy larga. Y en la intimidad de la oscuridad se escucha un lamento, desgarrador aullido de un alma herida. Más de una noche necesitaré para que el puzzle luzca, si no nuevo, al menos parecido. El día parece lejos, el sol me esquiva. Entre los fragmentos de un dolor frío el sueño se apodera de mí. Al despertar, día nublado, pero al menos día. La noche, larga como muchas juntas, ha pasado. Esperaré sentado, mientras supura la herida, a que el día me regale una sonrisa y las lágrimas curen el dolor. Pero nunca podré borrar la cicatriz. Cicatrices que recorren y recorrerán mi cuerpo, recuerdos de noches de dolor y pegamento, juntando los trozos de un puzzle que nunca parece bien hecho.