De cara al horizonte: julio 2009

viernes, 31 de julio de 2009

Quiso salir todo a la vez, pero el agujero es muy pequeño y todo se ha destrozado. Sólo esto ha quedado.

Hay veces que uno quiere abarcar mucho y no puede con todo. Recoger el mar en un vaso de agua. Y entonces llega el dolor, la rabia y la frustración. El sentimiento de culpabilidad. La piedra se ríe de mí mientras yo sigo recogiendo el mar con un vaso. Y los peces no entran. ¿Por qué será? Física. Demasiado racional. Mística. Demasiado irracional. Vida. Perfecto.

miércoles, 29 de julio de 2009

La piedra

"Pobre piedra", pensé para mí mismo mientras contemplaba la diminuta masa inerte que se encontraba ante mí. "No puede pensar. No puede amar,odiar, reír, llorar, alegrarse, entristecerse, enfadarse, perdonar, querer morirse, querer vivir para siempre. No tiene preocupaciones, no puede preocuparse, no puede decidir, no tiene que decidir. Jolines, quiero ser una piedra".

miércoles, 22 de julio de 2009

Horror

Allí estaba, impertérrita, impotente. Sus ojos castaños tenían la mirada clavada en aquel precioso querubín de apenas ocho años. La pena, la rabia, la impotencia recorrían su cuerpo de arriba abajo, y en su fuero interno sentía un huracán desatado que arrasaba todo a su paso. Mas allí estaba, inmóvil, con gesto serio e imperturbable, mientras le volvían a hacer la misma pregunta:
- ¿Es este su hijo?-. El soldado, exasperado al no recibir respuesta alguna, miraba cada vez más inquisitoriamente a la mujer.
- No.- La palabra retumbó en el aire, en sus oídos, en su mente, en su alma, como si una bomba cargada de metralla fuera, minando la moral de la madre, que a duras penas contenía su furia, su rabia, su tristeza, sus ansias de abrazar a su hijo y salir corriendo, lejos, donde nadie pudiera cogerlos, y una vez allí, pedirle perdón una y otra vez por haber renegado de él, prometerle amor, felicidad, compañía, demostrarle que por él se desvivía. Pero no podía.
- ¿Seguro?
- No le he visto en mi vida.- dijo con voz fría y dura, intentando sonar convincente. Y lo fue.
- Entonces, vete muchacho.
Él la miraba con gesto extraño, dolido. No comprendía lo que pasaba, quería preguntárselo a su madre, pero ésta le miraba con seriedad y enfado, como si él hubiera hecho algo. De repente, ella ya no era su madre, era una desconocida a la que su presencia molestaba. De repente, se encontraba solo en el mundo, intentando encontrar explicaciones y sin nadie que se las diera.
- ¿Es que estás sordo? ¡Vete!
No le quedaba más opción. Nadie iba a decirle nada, nadie le quería ya allí, nada le retenía en ese lugar. Era libre, infelizmente libre.
Entonces, sin pensarlo dos veces, se dio la vuelta, salió a la calle y comenzó a caminar sin rumbo fijo. Cuando ya se hubo alejado lo suficiente, echó la vista atrás. No pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo al contemplar como su casa, sus recuerdos, su vida hasta ese momento no era más que una triste choza medio derruida, en la que permanecía escrito con grandes letras negras: JUDIOS FUERA. Y allí, atrapada en esa chabola, estaba ella, con las manos atadas atrás y con el fusil en su cabeza. Todo pasó muy rápido. Un sonoro estruendo resonó entre las paredes aún en pie y ella calló hacia un lado. Aún sigue sin entender qué sintió en ese momento. Corrió cuanto pudo, sin saber hacia dónde, intentando dejar todo atrás, como si el pasado le persiguiera, pisándole los talones y esperando el momento oportuno para derribarle. Quiso gritar, pero de su boca sólo salió un lastimero gemido, un leve sonido desgarrado, un jirón de alma. Y volvió. Desanduvo el camino y volvió a la que alguna vez fuera su casa. Espero a que nadie mirara y entró. De ella no quedaba mas que su sangre. Sangre de su sangre. Lágrimas surcaron sus mejillas y cayeron al charco de rojo líquido. Buscó en sus bolsillos y encontró un pañuelo blanco, algo sucio. Lo manchó con un poco de sangre y se fue. Hasta el día en que muriera, no hubo instante en que ese pequeño trozo de tela se separara de su corazón.

viernes, 17 de julio de 2009

Hijo de puta

Tirada en el suelo, encogida, en un intento de proteger su vientre, escuchó el portazo. Un golpe fuerte, resonante. Tras él, silencio, sólo silencio. Después, el mundo empezó a desmonorarse como un castillo de naipes, inexorable e inevitablemente. Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, recorriendo sus pómulos amoratados, cayendo al suelo. Lágrimas tímidas primero, en la inconsciencia. Mas, una vez hubo comprendido el significado de la última hora, el llanto estalló, silencioso, pero abundante, al tiempo que, temerosa, susurraba debilmente: "Mi niño no, por favor, por favor." Una profunda herida se abrió en su pecho salvajemente, una herida de bordes rasgados, irregulares e inflamados, un agujero en su alma, que sólo el tiempo podría llega a cerrar algún día y que, hasta ese momento, se reabriría impredeciblemente para ahogarla en el dolor del recuerdo, de la pérdida. "Mi hijo no, por favor", clamaba desesperadamente. Un rayo de furia recorrió su cuerpo, traspasó sus venas y erizó su vello, mientras pensaba en ese hijo de puta que la pegaba, en ese hijo de puta borracho que amargaba cada día de su vida. Furia que pedía venganza, necesitaba venganza. Mas, un instante después, la determinación huyó de su cuerpo como gato huye de un perro. Algo, no se sabe qué, borró su furia y le infundió una extraña tranquilidad y conformidad. Casi inerte, poco a poco, se levantó. En el silencio de su tragedia, comenzó a barrer los restos de la injusticia. Apenas sintió dolor, ni si quiera tristeza, cuando, sentada en el baño, el agua se llevó a la oscuridad de las alcantarillas el fruto de su vientre. Vacía, indiferente, resignada, volvió al salón y se concentró en su tarea, olvidando para siempre que el que algún día pudo ser su hijo acababa de desaparecer por el retrete.

lunes, 13 de julio de 2009

Sueño


Susurrante, el viento me habla. Al fondo, la mar se enfada. Furiosa, inocente en la distancia. El cielo encapotado. Inmenso manto verde que todo lo cubre. Árboles, plantas, tierra mojada. El viento y el mar, nada más se escucha. Paz húmeda, cielo triste, triste tranquilidad, que sume a mi alma en la calma de la eternidad. Agua, aire, tierra, madera. ¿Más? No, gracias. Solos, la naturaleza y yo. Soledad física, plenitud espiritual. Tierra desconocida. ¿Por qué no soñar? Después de la tormenta viene la calma. Antes de esto, ya hubo tempestad. Me toca descansar. O eso creo.

viernes, 10 de julio de 2009

Entre sueño y sueño, una pesadilla más.

Dime corazón
Cuándo vas a parar
Cuándo le gritarás al viento
Que ya no quieres más
Que la montaña es alta
Para tan patoso escalador
Que el mar es demasiado grande
Para este pésimo nadador.
Agua
Frío
Viento
Hielo
Dime corazón
Hasta cuando esperarás
Para reconocer
Que no se puede más
Que el traje te queda grande
Que ya no quieres latir más
Que es inercia lo que te empuja
A seguir sin cesar
A pesar de los obstáculos
Del dolor
Del frío
Del terror
Dime corazón
Hasta cuando podrás
Permanecer sordo y ciego
Para no ver y escuchar
Que esta vida ya no es tuya
Que son restos sin pegar
De una existencia perdida
En el dolor de un alma fugaz.

lunes, 6 de julio de 2009

Sueño


Aire puro, fresco, limpio. Viento que vuela. Sol reluciente en medio de la nada. Nada con forma de montañas, árida tierra que se extiende hasta el infinito, que se pierde en el horizonte. ¿Nubes? No. Sólo cielo, cielo azul, inmenso. Ante mí, asfalto. Lo devoro. Rayas blancas que se funden en una sola, una sin principio ni fin. ¿Soledad? No existe. Estoy sólo, pero no me siento sólo. Me tengo a mí, mi paz, mi mundo. ¿Quién quiere más? No, nada más. Simple pero complejo. Fácil pero inalcanzable. Quién pudiera. Soñar, ¿gratis?. Sí. Volver a la realidad tiene un precio muy caro que solo algunos son capaces de pagar muchas veces sin inmutarse. No creo ser uno de esos. Sueño, ven a mí, hazte realidad. ¿Sólo uno? ¿Por qué? Quiero más, aunque sean contradictorios. El siguiente, para la próxima.