Susurrante, el viento me habla. Al fondo, la mar se enfada. Furiosa, inocente en la distancia. El cielo encapotado. Inmenso manto verde que todo lo cubre. Árboles, plantas, tierra mojada. El viento y el mar, nada más se escucha. Paz húmeda, cielo triste, triste tranquilidad, que sume a mi alma en la calma de la eternidad. Agua, aire, tierra, madera. ¿Más? No, gracias. Solos, la naturaleza y yo. Soledad física, plenitud espiritual. Tierra desconocida. ¿Por qué no soñar? Después de la tormenta viene la calma. Antes de esto, ya hubo tempestad. Me toca descansar. O eso creo.
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