Aire puro, fresco, limpio. Viento que vuela. Sol reluciente en medio de la nada. Nada con forma de montañas, árida tierra que se extiende hasta el infinito, que se pierde en el horizonte. ¿Nubes? No. Sólo cielo, cielo azul, inmenso. Ante mí, asfalto. Lo devoro. Rayas blancas que se funden en una sola, una sin principio ni fin. ¿Soledad? No existe. Estoy sólo, pero no me siento sólo. Me tengo a mí, mi paz, mi mundo. ¿Quién quiere más? No, nada más. Simple pero complejo. Fácil pero inalcanzable. Quién pudiera. Soñar, ¿gratis?. Sí. Volver a la realidad tiene un precio muy caro que solo algunos son capaces de pagar muchas veces sin inmutarse. No creo ser uno de esos. Sueño, ven a mí, hazte realidad. ¿Sólo uno? ¿Por qué? Quiero más, aunque sean contradictorios. El siguiente, para la próxima.
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