De cara al horizonte: 2012

lunes, 31 de diciembre de 2012

En un momento y un lugar indeterminados: Nomadi y Enzo, un año más.

Y de repente, allí estaba de nuevo. La oscuridad volvía a cernirse sobre el cielo como un manto infinito, lleno de pequeñas pelusas que algunos en la selva decían que eran las estrellas, el alma de miles y miles de nómadas que tras siglos y siglos de caminar por el mundo, su cuerpo les abandonaba, pero su espíritu, incansable, seguía dando vueltas, regalando un poco de ellos a cambio de nada. Y allí estaba Nomadi, sentado en el camino, con Enzo a su lado. Mucho tiempo había pasado desde que habían empezado a caminar juntos, desde que el feroz lobo le enseñara sus fauces al pequeño nómada en medio del bosque, desde que, inexplicablemente, unieran sus destinos para vagar por el mundo juntos; desde aquella vez que un  jaguar les atacara y... bueno, tantas y tantas otras cosas.

Momentos en los que rieron tanto que el universo entero vibró con sus carcajadas, en los que la alegría inundaba tanto que ahogaba y se formaba un nudo en la garganta que incluso llegaba a doler, pero no importaba, porque era alegría. Momentos en los que la tristeza era tan densa y oscura que la propia noche parecía el día... Instantes en los que no supieron que hacer, porque hay veces que la vida nos pregunta tantas cosas que nos deja sin respuestas, veces en las que la verdad es tan profunda que alcanza la propia raíz de nuestra existencia. Segundos en los que el corazón dejó de latir, expectante, esperando que Nomadi hiciera algo, porque hay veces en los que la razón no tiene respuestas y la sangre que por nuestras venas fluye late y se siente con fuerza, apuntando a la dirección correcta.

Nomadi y Enzo se habían encontrado con grandes obstáculos, y hubo momentos en los que pensaron incluso en no seguir y abandonar, momentos en los que, tiempo después, creyeron tomar decisiones incorrectas. Pero ya todo daba igual. Porque el pasado, pasado está, y sea como sea, les había llevado a donde estaban: sentados al borde de una roca inmensa a la orilla del río. Nomadi y Enzo se miraron y comprendieron que habían aprendido una valiosa lección:

Por mucho que a veces todo parezca imposible, por muy inexplicablemente incomprensible que sean los retos que la vida nos pone, llorar y reír, amar y seguir adelante es lo único que cuenta. La vida es un largo camino, un camino distinto para todos y cada uno, pero en el que todos buscamos lo mismo: la felicidad. Y siempre llega el día en el que miramos con recelo al de al lado, en el que miramos con angustia el nuestro... pero al fin y al cabo es un maravilloso camino lleno de grandes experiencias para sentir, para disfrutar, para vivir... Camina hasta que te canses, y cuando no sepas qué hacer, tienes dos opciones: siéntate a llorar o a reír hasta que no puedas más y entonces con fuerza te levantarás, o haz lo primero que se te ocurra y sigue los pasos que en el camino marques. Camina, llora, ríe, vive. Y todo lo demás, da igual. Ser feliz es una decisión, es tu decisión. Sé feliz.
Y así, Nomadi y Enzo volvieron a caminar una vez que el gran león de la selva rugió doce veces.
Feliz año.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Enzo y la pantera; Nomadi y su prueba.

Cansado, muy cansado, exhausto. Y después de mucho caminar y correr, de avanzar sin un destino, con el único objetivo que el propio avanzar, tuvo que sentarse. Así recorría Nomadi el mundo, volando raso cuando el ímpetu llenaba su pecho, suspirando alto cuando la verde densidad de la selva se hacía demasiado espesa. Respira hondo Nomadi, lo mira compasivo y temeroso el lobo. “No te preocupes Enzo, nada es para siempre”, le dijo.
Llegó la noche y la oscuridad se abalanzó sobre la selva como una pantera sobre su presa, sigilosa pero implacable. Aquellos que tenían que dormir, durmieron; los que tenían que despertar, abrieron los ojos a la luz, a la ausencia de luz; y aquellos que  nunca duermen ni despiertan, aquellos que son eternos, permanecieron en su eternidad. El cielo se cubrió de miles y miles de puntos blancos, las marcas que el tiempo dejó en el universo, aunque esto sólo es una suposición… ni Enzo ni Nomadi podían ver nada. El cielo era inaccesible a su vista, lo mismo que la luz al fértil suelo de la selva: entre ambos, una tupida frontera de hojas y copas de árboles se extendía más allá de lo imaginable. Todos y cada uno de ellos se enzarzaban en una lucha por la supervivencia, una lucha eterna, pacífica y cruel, lenta e implacable. Porque en la vida no todo es negro o blanco, siempre hay alguna mancha de gris, cuyo significado siempre depende de cuánto negro o blanco la rodee. Y Nomadi comenzó a cerrar los ojos pensando en que ya no quería pensar más, que durante ese día estaba de más seguir preguntándose por qué buscaba su hogar en el mundo, que es su propio hogar, que es el hogar de los nómadas como él. Y así, Nomadi exhaló su último suspiro del día que ya no era día, y Enzo, a su lado, lo acompañó, sin saber qué hacer, sin saber qué decir, porque como lobo no puede hablar, porque como lobo nada es igual y todo parece distinto a sus lupinos ojos.
Todo parecía en calma y todo parecía silencioso, con el silencio propio de una selva que duerme y despierta al mismo tiempo. Pero, de repente, un profundo rugido rasgó la noche con violenta fiereza. Y, después, un lastimero aullido lo acompañó. Nomadi, acurrucado entre unos arbustos, despertó y vio al otro lado a su gran amigo hocico con hocico frente a una imponente pantera negra. Todo fue muy rápido, pero tan tenso, que Nomadi no perdió ni un solo detalle. La pantera, escuálida y probablemente hambrienta pero, aun así, fuerte y musculosa, estaba de espaldas a él y enseñaba los dientes de forma amenazante a Enzo quien, disimuladamente, atravesaba con la vista a Nomadi. Y, a pesar de que nunca habían hablado como tal, pues un lobo no puede hablar, lo entendió: Enzo quería que se fuera. Nomadi le suplicaba que no con la mirada, pero Enzo era implacable. Un lobo, por muy amigo de un nómada que fuera, no dejaba de ser un lobo, una criatura salvaje, un feroz animal del bosque que necesitaba reivindicar su lugar en la selva. Nomadi no quiso pero se fue. Nomadi no lo entendía pero marchó. Y es que a veces en esta vida es difícil dejar sólo a alguien, a veces es complicado permitir que otros se enfrenten con su destino cara a cara. Y para Nomadi, era casi imposible. Hay momentos en el largo camino que es la vida en el que los rumbos de ciertas personas se separan… a veces por necesidad de uno, otras por necesidad de otro, a veces por los dos. A veces hiriendo sólo a uno o a otro, otras a los dos o a ninguno. La vida es impredecible, igual que Nomadi… Y así, el pequeño nómada se encontró de nuevo con otro reto en su camino. Porque a veces las pruebas más difíciles de la vida son las que nosotros mismos nos ponemos. Suerte Nomadi.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Filosofía de una carrera: la carrera de la vida

Hay momentos en los que uno piensa en dejarlo todo, en entrar en boxes y bajarse para no volverse a subir. Hay instantes en los que uno siente que ya no hay ni el más mínimo agarre entre el asfalto y la goma, en los que por más que uno pegue hachazos al volante, ve cómo en cada curva está al borde del abismo, rozando la puzolana. Vueltas que se hacen eternas, y cada frenada se clava en el alma dolorida que dice 'basta', incapaz de soportar ni una sola vez más volar a 300 para detenerse a 90 en apenas 100 metros. Y a cada centímetro de asfalto que recorre, la fuerza para pisar el acelerador a fondo se diluye. Pero nunca, nunca hay que renunciar.
Uno siempre ha de agarrarse al volante como si estuviera agarrando su propio alma, con toda la fuerza que sus manos sean capaces, con firmeza y seguridad, aunque no se sienta. Porque en esta vida muy pocas veces se siente realmente lo que se tiene que sentir, pero hay curvas en el circuito que son imposibles de hacer si no se hacen con decisión, con seguridad, aunque no se sienta ninguna de las dos. Nunca se debe pensar, ni en lo más remoto, en entrar en boxes. Abandonar es lo fácil, dejarse la piel en la pista cuando ya está llena de ampollas y heridas es un reto que solo los grandes campeones están dispuestos a asumir, un reto complicado que está al alcance únicamente de aquellos que tienen destrezas inimaginables al volante.
¿Nunca debe entrarse en boxes? Sí, pero nunca para abandonar, sólo para poner nuevos neumáticos y poder seguir adelante y a por todas. Y no se puede estar parando cada dos por tres porque entonces no hay carrera. Descansar, estar triste, darlo todo por perdido... es aceptable siempre que sea algo puntual y no se convierta en la norma. La esperanza, la alegría, el espíritu de lucha deben inundar nuestro corazón.
Y siempre, siempre hay que pisar el acelerador a fondo, aunque cuando lo hagamos nos duela desde el primero hasta el último nervio de la pierna, aunque griten de sufrimiento todas y cada una de las células de nuestro cuerpo. Si hay oportunidad, hay que aprovecharla por pequeña que sea y nunca dudar. Y aun así, como dijera Collin McRae, "If in doubt, flat out".
¿Todo esto para qué? Porque una carrera es muy larga, no se reduce todo a una curva o a unas vueltas, son muchas y muchas vueltas a un circuito que a veces nos es más fácil y otras imposible. Porque en toda carrera hay momentos en los que se sufre, pero si uno se mantiene y lucha, podrá estar para ver los buenos. Y aunque los haya que salgan desde la pole y jamás tengan la más mínima complicación, esos serán los que nunca saborearán el sabor de una victoria conseguida gracias a la dedicación entera del espíritu y cuerpo. Y porque hay que recordar que, aunque no siempre podemos elegir toda la gente que está en nuestro equipo, siempre, siempre hay alguien en él que a través de la radio nos dice: "Keep pushing".

Dedicado a una grandísima persona que vale más que cualquier monoplaza de Fórmula 1 y que algún día cruzará la bandera a cuadros siendo el primero de todos.

Felicidades Juanjo.




viernes, 2 de noviembre de 2012

Cuando Enzo perdonó a Nomadi

De repente, Nomadi no pudo hablar. Había corrido tanto y tan lejos, tan rápido y tan desesperadamente, que no había visto ni siquiera hacia dónde iba. Había dejado que su espíritu se embargara del pánico de una duda estúpida con una pregunta evidente que no quería ver... Pero es que cuando la duda inunda los más profundos recovecos del corazón no hay razón que pueda mediar ante la intensidad de una voluntad que sólo verá su final cuando la irracional lógica del universo pasa de ser un bache en el suelo a un muro en el camino.
De repente, Nomadi se encontró con un gigantesco muro: el de la verdad. Y la verdad era que había corrido durante horas buscando su hogar y, cuando se cansó de mirar sin mirar, echó un vistazo a su alrededor y descubrió que ya no sabía dónde estaba. Eso no era el bosque, ese no era su bosque. Los altos árboles pero separados, las pequeñas charcas y los diseminados arbustos habían dado paso a grandes ramas entrelazadas, tan densas de hojas que apenas unos rayos de sol lograban llegar a tocar el suelo... un suelo tupido de arbustos de todas clases y tipos, de diversas alturas. Allá donde posaba la vista, el pequeño nómada sólo veía verde y más verde, en distintas tonalidades y con distintas formas... pero verde. Y durante unos instantes, la incertidumbre dio paso al pánico contenido, pues Nomadi siempre acostumbraba a encerrar sus sus frustraciones en la dura coraza de su alma: odio, tristeza, desesperación... todos iban acumulándose hasta que cierto día Nomadi no aguantaba más... y ese día, cuando su alma decía 'ya basta', esperaba paciente a encontrar una buena excusa para soltarlos todos. Por el contrario, alegría, felicidad, amor, esperanza... todos ellos salían impulsados desde lo más hondo de las entrañas del pequeño nómada con la fuerza de mil huracanes.
¿Dónde estaba? Escuchó tras de sí el aullido del lobo, lo que significaba que le había seguido. Y durante un instante, se sintió increíblemente culpable puesto que en todo ese tiempo ni siquiera se había preocupado de saber si el lobo estaba a su lado. Cierto era que no eran grandes amigos y que sabía que, en algún momento, sus diferencias los separarían. Pero de momento, ambos compartían la soledad de un viaje que ninguno recordaba dónde había empezado ni en qué lugar tocaría a su fin. Aunque era un nómada del mundo, nunca acostumbraba a olvidarse de aquellos que en algún momento de su larga travesía le habían apoyado.
En ese momento, el lobo llegó y se puso a su lado. En su mirada se reflejaba cierto enojo pero cuando Nomadi acarició su suave y cobrizo lomo el perdón se desprendió de cada uno de sus pelos.
- Gracias... y lo siento-, dijo el pequeño nómada.
El lobo aulló de la forma en que sólo le aullaba a la Luna.
- Sé que por mi culpa hemos dejado el bosque. Lo siento, Enzo... A veces, aunque estés a mi lado, me siento sólo y me dejo llevar... A veces me canso de mi propio destino y decido que quiero encontrar mi hogar-, dijo mientras el lobo lo miraba fijamente. Te prometería que no volverá a pasar... pero te estaría mintiendo.
Nomadi suspiró y se sentó en el suelo. Había dejado atrás el único sitio que conocía... Los búhos, las ardillas, los jabalíes... todos ellos, con buenas o malas intenciones, pero eran caras conocidas, una referencia en su mundo. La 'charca plateada', el árbol solitario, a los pies del cual muchos habían desaparecido bajo sus raíces atrapados enterrados por su propia duda. Antes no tenía un hogar... pero tenía las experiencias que aquellos lugares y animales le dejaban en su día a día, que eran siempre las mismas y nuevas al mismo tiempo. Ya no podía volver... porque un nómada pocas veces da un paso atrás. Lo hecho, hecho está. Con las mismas, el pánico huyó de su cuerpo al ver que la férrea decisión de seguir adelante había hecho acto de presencia. Pegando un brinco y poniéndose de pie tan deprisa que a punto estuvo de tirar al suelo sus flechas dijo:
- Vamos Enzo, hay un mundo que caminar.
Y así, Nomadi y Enzo volvieron a iniciar otro capítulo más de ese viaje sin retorno que es su vida. Y es que errores se cometen muchos y son inevitables, porque la vida es muy larga y hasta los aciertos necesitan descansar. Pero nunca se ha de dejar que el descanso se convierta en eterno... porque ese será el fin de cualquier alma, que estará abocada a la oscuridad de la indiferencia y la tristeza asumida.
Así, un nómada y un lobo siguieron su camino con paso firme y decidido, sin saber hacia dónde, pero sí por qué: para vivir. Recuerda Nomadi: pies en el suelo, cabeza al frente y mirada al cielo... aunque esté cubierto.

martes, 30 de octubre de 2012

El día en que Nomadi se perdió en su hogar

Un día se descubrió intentando encontrar cuál era su hogar, dónde estaba aquel sitio en el que podría descansar con la tranquilidad de saber que hasta los sentimientos que allí vivía le eran familiares. Esa incógnita se convirtió, en poco tiempo, en una duda existencial que amenazaba con destruir su existencia: no había paso que diera sin que el corazón se le encogiera, no había lugar al que mirara sin que sintiera que, de repente, su pecho se hinchaba esperando más aire del que podía inspirar, y entonces se formaba un nudo en su garganta que ataba su alma a los más oscuros temores. Hasta los silencios dejaron de ser silencios y se convirtieron en el hogar de un incesante ruido de fondo compuesto de interrogaciones disonantes.
Caminaba tan distraído por el bosque, buscando tan desesperadamente que, a los cinco segundos, no podía recordar lo que había visto cinco segundos antes. Y es que cuando la obsesión pasa a ser la guía de nuestros desvelos, lo importante deja de ser el resultado de encontrar algo, y lo prioritario pasa a ser la acción de buscar, ya sea bien o mal. No importa el cómo, sino el qué.
Y así pasaron los días y las noches, las luces y las sombras, el frío, casi helado, de la vida que pasa sin mirar donde pisa. Incluso las criaturas del bosque, desde las más grandes a las más pequeñas, desde las que procuraban su bienestar hasta aquellas a quienes su desgracia les gustaría contemplar y, a veces, provocar; hasta el mismísimo lobo, quien tiempo atrás deseó albergar su alma en sus fauces, con quien una turbulenta amistad había conseguido entablar... Todos contemplaron a Nomadi surcar el bosque sin cesar, con más prisa que cuidado. Aquel nómada del mundo que un día, ya no sabían cuál, llegó al bosque en medio de llantos, y ahora se había convertido en el alma del bosque... ahora se alejaba sin ni siquiera mirar atrás. Hasta el lobo aulló constantemente para advertirle de que, sin darse cuenta, el bosque estaba dejando atrás, arriesgándose a la ira de la Luna que, recelosa, desde la otra cara del universo se preguntaba a quién  su peludo amigo gritaba sus más profundos sentimientos que no fuera ella al abrigo de la helada oscuridad.
Todos le vieron alejarse, entre lágrimas amargas, lágrimas falsas, sonrisas verdaderas y sonrisas caducas. Y Nomadi buscaba y buscaba hasta que un día, entre las sombras del fin del bosque se perdió. Ese día, la tierra se empapó con las lágrimas del cielo que alimentaban la desdicha de los charcos y riachuelos, hogares de los antiguos compañeros de vida del nómada del mundo.
Y así, pasó del bosque a la selva. Así, Nomadi, que nunca tuvo hogar, perdió el único lugar hasta aquel entonces del que podía describir con los ojos cerrados hasta el más recóndito lugar. Así, Nomadi olvidó que es un nómada del mundo, quien todos lugares habita pero ninguno llama hogar... porque su hogar es el mundo que lo ve crecer y luchar. Y el lobo, aunque enojado y furioso, al principio lo decidió abandonar... pronto aulló con fuerza y tras él echó a correr.
Nomadi sigue caminando sin saber que en la selva se ha adentrado con un lobo furioso y turbulentamente amigo de su caminar. Para, Nomadi, que tus pies se van a cansar.


domingo, 28 de octubre de 2012

La interminable historia del caminante dudoso

Cuenta una leyenda que hubo una vez un hombre que, agotado de caminar, se sentó a la sombra de un árbol, en el interior de uno de los bosques más exuberantes, vivaces y frondosos que pueda haber contemplado jamás el ser humano. Estaba cansado de que su camino fuera tan largo y complicado, tan lleno de penumbras... no dormía por las noches tratando de entender por qué algo tan vital como un árbol le obligaba a él a vivir en el limbo de las luces. Y es que a veces es difícil de aceptar que las cosas que nos dan la vida, nos la quitan; porque a veces no nos dan la vida, sino ganas de vivirla... aunque sea mas corta o complicada. Y así, descansó sobre un mullido colchón de contradicciones que cada vez se enredaba más con las raíces del gran árbol bajo el que descansaba. Y cada vez eran más, raíces y contradicciones: ¿por qué amar a veces hacía daño? ¿Por qué a veces querer parecía no ser suficiente? Y cada nueva que se enredaba, lo ataba más de pies a la tierra del bosque que ansiaba sumar una nueva vida en el bosque. Y cada raíz de más que el árbol hundía en la tierra, una nueva hoja crecía en lo alto, haciendo de su camino cada vez más penumbroso. Poco a poco, el día y la noche se hicieron cada vez más semejantes, sólo diferenciados por las rutinas de los pequeños habitantes del bosque. Y es que un lobo, por muy oscuro que esté, sólo aúlla de noche, cuando sabe que la Luna está en el cielo, melancólica, esperando que un peludo animal de sangre caliente y valiente corazón reclame su angustia en la helada oscuridad con la que el sueño del Sol inunda hasta los más recónditos lugares del bosque.
Así pasaron los días y las noches, o más bien, las noches de verdad y las que jugaban a serlo, mientras el caminante abandonó su camino, que desapareció al no andar, pues no hay un sendero sobre la tierra, solo las huellas que uno deja detrás, que son al mismo tiempo, un borroso mapa del rumbo que uno debe tomar.
Cuenta la leyenda el pobre viajero se durmió en una de esos días que jugaban a ser noches, y en medio de su sueño, surgió la última duda que asoló su corazón con mayor virulencia que cualquier otro sentimiento que pueda albergar nunca el pecho de un hombre. Tal fue el tamaño de la duda, que el árbol no dudó ni un sólo instante, y con decisión clavó en lo más profundo de las entrañas del bosque la última raíz que habría de darle tanta vida como para vivir por los siglos de los siglos, la misma que el caminante dejó escapar en el último suspiro antes de dormir.
Desde entonces, hay un árbol en el bosque que no muere, que jamás pierde hojas caducas en otoño y al que ni siquiera el duro invierno consigue atormentar. Su espíritu es perenne, pero su karma es caduco, y caducó el mismo día en que el caminante exhaló el último de sus alientos.
Dicen que tal es su fama en el bosque, que hasta el nómada del mundo, que en todos lugares habita pero a ninguno llama hogar, una vez al año, en la época de nieves, por allí se deja caer, para rendirle tributo al alma del pobre viajero, a lomos de un lobo con el que consiguió entablar una turbulenta amistad.
Pequeño nómada, huye de ese lugar, no dejes que la duda sea tu hogar. No dejes que tu hogar sea la duda que asole tu vida y que borre las huellas de tu andar. Porque no hay camino, se hace camino al andar.

jueves, 25 de octubre de 2012

El temblor de las estrellas

Hace ya tanto tiempo que ni el tiempo se acuerda. Las imágenes se pierden en el pasado y se hacen borrosas, se difuminan. Y a medida que se acercan al presente, son cada vez más nítidas y dantescas.
Un día tras otro, de nuevo el horror. De nuevo vierte su vida por el retrete, su alma desaparece entre las cañerías oxidadas de una ciudad que duerme mientras su espíritu se pudre en el ostracismo de los deshechos más pueriles del hombre. ¿Cansancio? ¿Frustración? ¿Costumbre? ¿Enfermedad? Después de tantas noches, de tantos dulces amargos, ya no importa el por qué.. sólo el resultado. Y el resultado es un alma desdichada, desgajada en mil pedazos que se van disolviendo en las lágrimas que la ciudad vierte al mundo.
Y cada vez, aunque sea otra más, es una nueva. Nunca se acostumbrará a esa escena tan particular, a esa cadena de sonidos, uno tras otro, desde el más insignificante al más ruidoso, desde el más sincero al más engañoso. Jamás podrá habituarse a la avalancha de sentimientos que acompañan a cada uno de ellos. El vacío primero, la comprensión después, seguida de la incomprensión y la tristeza.
Y al amanecer, el olvido incompleto, el que deja la huella de un dolor nocturno alumbrado por la parpadeante luz de una estrella... porque incluso las estrellas tiemblan cuando la vida se va por el retrete. Cuando la sinrazón se tiñe de negro, ni siquiera una bola gigante de gas llameante es capaz de iluminar el más oscuro de los desvelos.
Así, el Sol terminó de esconderse, y media cara de la Tierra dijo buenas noches mientras la otra saludaba a un nuevo día, ignorando que en algún lugar, en la otra parte, un río de lágrimas hace temblar las luces del cielo.

martes, 23 de octubre de 2012

El día del fin y del principio

Un día volverá
a lucir en ti una sonrisa,
y cada noche
serás muy feliz, sin prisa.

No corras, no vueles,
si no es para saltar de alegría,
no llores ni desesperes,
que las lágrimas son sal baldía.

Late, corazón,
que eso de ti se espera,
no pienses, sigue,
aun cuando ni yo te crea.

Y te repudiaré muchas veces,
como reniego de la razón,
sentirás la injusticia con creces,
y la insensatez de la pasión.

Así es el amor,
así es la vida,
sentado espero
a que llegue ese día;

en el que a pesar de la lluvia,
el Sol lo ilumine todo con osadía,
con la que una mañana sombría
te dediqué mi primera sonrisa.

A pesar de lo imposible,
que es todo y nada en mi mundo,
aun roto lo irrompible,
te espero con paciencia infinita.

Hace tiempo que no sé,
dónde empecé a caminar,
hace mucho que dejé
de mirar hacia el final.

Ya no importa el principio,
ni dónde todo acabará,
basta saber que un día,
con elegancia se resolverá.

Mientras, disfruto del camino,
a pesar de la lluvia y del frío,
mientras, sin prisa ni pausas,
sé feliz, no hay mejor destino.

Dedicado a mi hermano secreto.

martes, 16 de octubre de 2012

Sangre escarchada

Sale el sol y todo lo ilumina: los valles, los árboles, los tejados de las casas, las farolas y hasta las hojas muertas de mi juventud. Y todo hace sombra, siluetas deformadas, alargadas y oscuras que impregnan el suelo con su siniestra, inquietante y calmada presencia. Las peores son las nubes, grandes y voluminosas, blancas o grises, pero siempre grandes con sombras grandes, con luces tristes a veces. Aun así, el sol sale y lo ilumina todo.
Pero el sol ya no da calor... los pájaros tiritan en las ramas de los árboles y huyen de sus sombras, los gatos callejeros se tumban panza arriba en las aceras... pero nada. El suelo, impertérrito, permanece como el hielo... frío, como su corazón. Un corazón que late de pura inercia, que siente por la mera presencia de un libro invisible que todo lo ordena, en el que la historia escribe el papel exacto de cada uno sobre la faz de la Tierra. Ni siquiera sus lágrimas tienen sal, porque sus ojos ya no son capaces de llorar sus penas. Y las alegrías vienen y van, y dejan alguna sonrisa, pero la tristeza tiene su rincón en el etéreo transparente que llaman alma. Un rincón cada vez más grande, cada vez más oscuro, cada vez más invisible pero siempre presente, resonando en el eco de cada latido inercial, en ese sonido silencioso que mueve el aire cuando muere un ruido. Hay palabras que se ahogan en la garganta, hay sentimientos que fluyen por las venas pero no llegan al corazón, que los lleva de un lado a otro sin darse cuenta de que en su rutinario existir se ha colado un polizón. Hay soles que no calientan nada, pero cuyas sombras son tan frías que hasta la sangre se escarcha.

sábado, 11 de agosto de 2012

La apasionada de la vida

De nuevo le había vuelto a pasar... no podía evitarlo. Ella era así, cada vez que sucedía algo, los sentimientos la arroyaban por completo, inundaban toda su alma como una especie de ola gigante que todo lo arrasaba. Era instantáneo, como una chispa que de repente saltaba y provocaba una increíble reacción en cadena. Amor, frustración, alegría, odio, tristeza, esperanza... No había término medio ni tiempos largos: de pronto estaba muy enfadada o más enamorada que nunca, pero nunca era la última; en apenas un instante saltaba tanto de alegría que las nubes sentían cosquillas cuando rozaba su panza con las puntas de los dedos; o estaba tan triste que conseguía que hasta el mismo cielo se volviera gris. A veces pensaba que debería tomárselo con más calma: entrar de lleno en la alegría era tan fácil como salir y salir de la tristeza era a veces un poco más costoso. Un día un médico sabiondo le dijo: "Eres algo esquizofrénica". ¡Qué palabra tan fea! A ella le gustaba más pensar que era pasional. Independientemente de la palabra, esa noche, la duda se había apoderado de ella mientras paseaba por la playa, a la orilla del mar, con la Luna como único testigo. ¡Incluso estuvo a punto de renunciar a sí misma! Dejar de ser ella e intentar ser otra persona totalmente distinta, poner muros y obstáculos a la súbita alegría, a la impredecible tristeza... llenar a trozos un corazón impaciente. Con la duda rondando su cabeza, vio como la marea empezaba a subir... Primero una ola... luego otra... Luego otra un poco más lejos... Cada vez se acercaban más y más y amenazaban con mojar la punta de sus pies. Poco a poco... hasta que de repente, sin saber de dónde ni cómo, apareció una ola gigante que la mojó de pies a cabeza y avanzó más que lo que todas las olas anteriores juntas habían conseguido. Y, de pronto, se encontró encima de la húmeda arena, respirando a todo tren, sintiendo el corazón no trotar, ni galopar, casi volar dentro de su pecho... era como una inyección de vida. ¡Vida! Y entonces, la duda se fue, y ella también, pero por distintos caminos. Se levantó segura de sí misma, sabiendo que nunca antes había estado tan contenta de ser como era. Pero nunca era la última.

¡Felicidades Irene!

Mira, alguien ha venido desde muy lejos para felicitarte. Si es que tengo unos contactos... xP

sábado, 4 de agosto de 2012

El fauno perdido


Si encontrar quisieras,
buscarías donde supieras
que lo podrías hallar.

Si encontrar no quieres,
buscarás donde supieres,
que jamás lo verás.

No es tan fácil,
tampoco tan difícil,
saber dónde mirar.

No hay que tener buen ojo,
tampoco buena vista,
tan solo sinceridad.

Entra fauno
en tu laberinto
y encuentra dónde llorar.

Vete fauno
a otro destino
mis penas no son el lugar.

jueves, 26 de julio de 2012

El todo de la nada


Vive en la duda
La indecisión:
La inevitable muerte
De la pasión.

Habita en la indiferencia
El olvido:
Germen de la tristeza
De lo vivido.

Yace en el querer
La oportunidad
De conseguir lo que el alma
Ansía alcanzar.

Dormita en el fin
El principio:
Algo nuevo
Que mude el tiempo.

En los ojos se esconde
El reflejo del futuro
Que la mirada anticipa,
Presiente en el presente.

En el eco de los latidos
Se adivina la intención del corazón.

Todo y nada,
Nunca y siempre,
Vivir y luchar,
Es lo único que merece
Reír y llorar.

viernes, 13 de julio de 2012

El miedo al volante

Hay momentos críticos en la vida de una persona en los que debe decidir si pisa el acelerador a fondo en medio de una curva, con fe en la vida y sin temer en las consecuencias, o si suelta el volante y pisa el freno. Son momentos que pueden durar mucho o poco, que pueden ser casi eternos o durar instantes, pues hay muchos tipos de curvas: cerradas, abiertas, largas, enlazadas...
Momentos en los que no debe pensar en el pasado, dónde ni cómo fue la salida, ni en cuántos adelantamientos hizo, por fuera o por dentro... Momentos en los que, más que nunca, no importa el antes ni importará el después, sólo importa el presente. Porque cuando estás en medio de una curva y sientes que te vas a ir, da igual que sea porque entraste demasiado rápido, porque frenaste demasiado tarde, porque no cogiste bien el vértice... En ese instante lo que importa es cómo vas a volver a la trazada... y si realmente lo quieres hacer; si quieres pisar a fondo y agarrar el volante con todas tus fuerzas, confiando en que todo saldrá bien, o si lo abandonas todo y ves terminar la carrera y empezar la siguiente pensando que pudiste hacer más, afrontando un reto con un agujero en tu confianza en el que es probable que vuelvas a caer. La experiencia lo es todo, y al volante más.
Y si decides arriesgarlo todo, si decides seguir y pisar a fondo, puede que salga bien y todo quede en un susto, que la vida siga y el único recuerdo que quede es el eco del frenético latir de tu corazón, que durante unos instantes estuvo a punto de salir por la boca y poner pies en polvorosa. Si es así, habrás conseguido el éxito. Pero puede que no sea suficiente, que al final acabes fuera y tras de ti queden las humeantes marcas de quien quiso demasiado, más de lo que pudo obtener... Y habrá gente que en esos trazos negros vea las marcas del fracaso: nunca los creas. Nunca te arrepientas de lo que hiciste ni de lo que quisiste hacer: más vale una vida vivida con la impetuosa y arriesgada libertad del corazón que con la lastimera y amargante melancolía de la razón. Aquellos que te reprochen las marcas en el asfalto son aquellos que jamás se atreverían a pisar la pista, los que temen siquiera ponerse detrás de un volante. Y si es así, si acabas fuera y dejas sobre lo gris un trazo negro... habrás conseguido el éxito. El éxito de creer en ti y de creer en la vida cuando esta más te daba la espalda, de sacar fuerzas de donde no parecía haberlas.
Y así estaba, a punto de afrontar una de las últimas curvas de una de las últimas vueltas. Y aún quedaba una distancia eterna para ganar, y aún los tenía que alcanzar y sobrepasar... tantos obstáculos, tan poco tiempo. Y aún así, frenó tan tarde como pudo, se agarró al volante y soñó. Soñó con el rugido de la vida a miles de revoluciones, con pequeños trozos de goma quemada en el asfalto, que no siempre son el símbolo del fracaso.
Más vale frenar tarde y arriesgarse a perder que dejar que el miedo lleve un volante que conduce tu vida.

martes, 10 de julio de 2012

Imagine

La vida es un sendero que hay que atravesar. Unos, los más ilusos, esperan que el sendero siempre sea llano y homogéneo, siempre claro y perfecto. Otros, los pesimistas, caminan viendo en cada pequeña piedra un obstáculo insalvable, en cada pequeño repecho, una cuesta inalcanzable. Los hay que, embargados por el optimismo, casi rallan la inconsciencia, y avanzan sin ton ni son hasta que un día se pegan un tortazo y, una de dos, se convierten salvajemente al pesimismo o se quedan tan anonadados que no se dan cuenta de que el tiempo pasa mientras ellos permanecen sentados recordando aquel golpe de hace tan tiempo.
Por último, están esas personas que viven. Son esa clase de personas llenas de energía que atraviesan el sendero consciente de que todo es cierto y nada es verdad, que no hay piedras demasiado grandes ni chinatos demasiado pequeños como para ser ignorados; sabiendo que el sendero nunca es el mismo; que los golpes no son sólo malos, que no hay nada totalmente malo ni totalmente bueno en la vida.
Él no sabe dónde está, sólo sabe que ya no recuerda que pasó ayer ni quiere saber lo que pasará mañana, que el sol a veces aprieta demasiado pero el invierno no es nunca lo suficientemente crudo. Nunca habrá agua suficiente pero siempre tendrá mantas de sobra porque nunca se cansará de arropar y proteger con pasión su vida.
No hay coherencia ni razón, porque no la tiene nada de lo que nos rodea: ni los latidos del corazón, ni la inexplicable belleza de un suspiro, ni el porqué el amanecer es hipnótico ni el amor un loco sinsentido.
Y nunca se arrepentirá de nada de lo que hizo o dijo, y siempre pero nunca se lamentará de lo que ha vivido. El yin y el yang, la muerte y la vida, la inevitable dualidad de que la alegría y la tristeza, la incoherente existencia de la incoherencia que todo lo inunda con su irracional espíritu de locura.
Hay cosas que son imposibles y sólo imaginarlas ya es una maravilla... maravillosamente dolorosa. Viva la imaginación.

viernes, 6 de julio de 2012

El voraz beso del barco maltrecho

"Los placeres violentos terminan en la violencia,y tienen en su triunfo su propia muerte..."

Hay cosas que nacen por la explosión de sentimientos, que son tan extraordinarias que su existencia depende siempre de un fino hilo del que penden constantemente. Cosas poco comunes, peculiares, extraordinarias, cuya diferencia radica en su propia inviabilidad, en su inexplicable existencia frente a viento y marea. Pero hay mareas y vientos que no siempre se pueden salvar.
Y dicen que el capitán se encerró a bordo y se agarró al timón. Fuera el mar rugía clamando venganza, pidiendo para sus adentros los restos de un navío que maltrecho nació, que maltrecho de mucho sirvió y que maltrecho destinado moriría. Y el capitán sabía que todo iba a terminar, y deseaba el fin de todo porque todo era igual pero nunca era parecido. Los rayos atraviesan el cielo, los truenos el alma, mientras un barco avanza maltrecho, como siempre, con maltrecho brío, esperando un mejor final que arrastrarse entre cabo y cabo con lastimoso navegar.

...del mismo modo que se consumen el fuego y la pólvora en un beso voraz."  Romeo y Julieta.

miércoles, 27 de junio de 2012

Recuerdos. Cuídate Pedro


No ha pasado tanto tiempo y sin embargo se ha hecho tan largo... El tiempo es eterno cuando de repente te falta alguien y supongo que para ti será lo mismo. En realidad, nadie se va nunca del todo ni de repente, su recuerdo permanece y se diluye en el tiempo como se disuelve una gota de agua en el suelo, dejando su huella y, aún desapareciendo después, enriqueciendo a la tierra y dando lugar a más vida.
Y eso es lo que hago yo hoy, avivar la llama del recuerdo, devolverte a la vida aunque no sea como quisiera.
Espero que estés bien y que nos eches de menos como nosotros a ti.
En realidad no sé mucho más que decirte... Hace ya tres años que han parecido tres siglos... pero sigues estando aquí, de alguna manera. Y, de alguna manera, siempre estarás.
Un abrazo y cuídate mucho allá donde estés.
Ángel.

miércoles, 20 de junio de 2012

De lo imposible

Se miraron a los ojos:
ella, sonrisa desgastada,
dientes alicaídos,
derrota en su mirada.

Él, oronda barriga,
oronda como su alma;
corazón de hierro,
voluntad de paja.

Se vieron el uno al otro,
con los ojos mudos,
y comprendieron con enojo
que ya no eran uno.

A pesar del tiempo,
de lo ancho recorrido,
de los obstáculos superados,
del dolor vivido.

A pesar de la fe,
de la inercia de la vida,
del incesante discurrir del tiempo
que todo y nada olvida.

A pesar de los pesares
y de los frutos de su amor,
comprendieron que no siempre
es suficiente amar sin condición.

Y la llama se apagó
como se extingue una estrella,
dejando de su grandiosidad
una luz que parpadea,

recuerdo de lo que un día fue
y jamás regresará,
recuerdo de lo que pasa sin consuelo
pero que por algo ha de pasar.

Hay cosas que son imposibles
y sólo imaginarlas ya son una maravilla...
maravillosamente dolorosa.

lunes, 18 de junio de 2012

La búsqueda

Sangra el corazón
la voluntad perdida,
que huye despavorida
hasta un rincón.

Escapa la razón
en cada latido
que pierde el sentido
y la compasión.

Compasión o sin pasión,
con voluntad o sin ella,
con sentido o sin razón,
jamás habrá cosa tan bella.

Y estos son los versos
de un loco anestesiado
que más allá del dolor
no ha conocido el amor.

Pobre desdichado
que busca en sus heridas
el afecto que no encuentra
en su locura siniestra.

Cicatrices lacerantes
de un alma suplicante
que grita en silencio al corazón:

"Escúchame, insensato,
no busques el amor
si aún no lo has encontrado en ti mismo".

"No hay mayor abismo
que el ancho dolor
de buscar en otros lo que hay en mi interior".


miércoles, 13 de junio de 2012

Nomadi and the wolf

Uno nunca sabe en qué momentos la vida le deparará sorpresas, ni tampoco sabe si serán buenas o malas. A veces, de las peores experiencias se sacan las más valiosas lecciones, y en los momentos más malos aparecen las mejores oportunidades.
Y en esto que una mala experiencia y un perro intrépido dieron lugar a que dos personas encontraran uno de los mayores tesoros que el hombre puede encontrar jamás: la amistad. Y con ella, cosas que uno nunca olvida y que no pasan desapercibidas, ni siquiera aunque uno lo pretenda. Un abrazo a tiempo, una charla interminable, algunas 'bombas' a la luz de la Luna... son algunas de ellas.
Uno nunca sabe cuándo la vida le abrirá una puerta, por eso hay que estar muy atento para colarse cuan rápido se pueda. La última vez, alguien estuvo raudo cual lobo feroz y mereció la pena. Ahora un nómada recorre el bosque mientras el lobo se asoma entre los árboles y le grita: ¡Bu!, con la esperanza de arrancarle un susto y una sonrisa, aunque a veces el lobo sea quien se asuste cuando el nómada le pilla desprevenido.
Y entre susto y susto, ambos saben que durante su travesía, bajo la atenta mirada de las estrellas que reflejan la oscura claridad de las charcas y la siniestra belleza del bosque, uno siempre contará con la ayuda del otro.

Felicidades Bu, espero que la vida nunca deje de depararte sorpresas. Aprovéchala al máximo, que dicen que los lobos viven siete u ocho años, aunque seguro que los buenos viven más.
¡Hakuna Matata!


viernes, 1 de junio de 2012

En una caja de cartón

Uno nunca sabe dónde va a encontrar la felicidad ni en qué forma. Por eso hay que tener los ojos bien abiertos, el corazón atento y el alma vigilando. A veces puede ser una canción, otras una afición, otras una persona... incluso puede que sea muchas cosas juntas.
Y cuando uno la encuentra, en ocasiones ni siquiera se da cuenta, y entonces el tren pasa de forma estruendosamente sigilosa, dejando un hueco en el aire que el aire mismo rellena, y su único recuerdo será el viento que a su paso deja.
Y otras veces, la sorpresa sobrecoge al corazón, que se acurruca dentro del alma, que cierra los ojos sin querer nada ver. Y entonces el tren pasa de forma estruendosamente melancólica, con la sensación de dejarse cuentas pendientes entre los pulidos y brillantes raíles, de perderse entre las vetas de las traviesas que se esconden del Sol entre las piedras.
Pero hay veces en las que los ojos se iluminan e iluminan el alma, que a voces le grita al corazón que palpite más fuerte para poder seguir al tren que lleno de júbilo corre, y a su paso deja huecos que el aire intenta llenar, pero a los que la felicidad llega antes, inundándolo todo con su explosiva presencia.
Uno nunca sabe dónde va a encontrar la felicidad, porque esta puede estar en todos los sitios, incluso en una caja de cartón. Por eso, nunca se abandona la voluntad, nunca se pierde la esperanza, nunca se dice nunca, porque siempre todo puede pasar.

Con cariño para Laura.
Felicidades.




Dreams at the sky




De regalo, esta canción que encontré el otro día y me gustó bastante.

jueves, 24 de mayo de 2012

Don't worry, be happy

Hubo un día en el que Jules no sabía qué hacer ya. Había llegado a un lugar que no le era nada familiar y al mismo tiempo, era más de lo mismo. Siempre las mismas rocas, las mismas pequeñas y puntiagudas rocas que se le metían en sus llamativos zapatos, que sacaba una y otra vez y, sin saber cómo, volvían a entrar. El mismo sendero de tierra amarillenta que discurría bajo la atenta e implacable mirada del Sol, Lorenzo para sus amigos, y en el que a veces, y sólo a veces, había un suspiro bajo la sombra de un árbol. Jules no podía más, avanzaba con parsimonia pero sin ganas, un movimiento fruto de la inercia. El camino que había iniciado meses atrás, cuando hacía tanto frío que ni la lluvia se atrevía a aparecer, era francamente duro. Tantas veces había avanzado embargado de alegría al ver que llegaba a la cima... y tantas otras llegó y se encontró con una nueva cuesta. Y tantas y tantas veces había pasado ya, que al coronar esta loma se sentó abatido. Sabía que tenía que seguir, pero necesitaba como el agua que en algún momento, en algún lugar, el camino le diera alguna facilidad. Tan sólo pedía algo de alivio que le hiciera más fácil avanzar. Estando sentado, con Lorenzo en el cielo presenciando la escena, comenzó a escuchar unos pasos tras de sí. Con recelo, giró la cabeza y vio aparecer, poco a poco, la figura de otro hombre. La luz no le dejaba apenas ver nada, pero lo primero que vio de él fue una gran sonrisa de lado a lado. Poco a poco se acercó, con paso lento pero decidido, y al llegar a su altura, le tendió la mano. Jules, con timidez, se la dio y el desconocido tiró con fuerza de él para levantarle. Sin un "hola", ni siquiera una presentación, el desconocido le dijo a viva voz:
- ¡Hakuna Matata!
Y con el mismo paso lento pero decidido, prosiguió con su camino. En ese instante, Jules lo vio todo con infinita claridad. Durante unos segundos, comprendió que no hay mejor esfuerzo que la voluntad de luchar, que no hay mayor recompensa que la felicidad que ésta da, y que nunca la voluntad desaparece, ni aunque el mismísimo Mefistófeles pretenda echarla abajo con toda su determinación, si hay alguien acompañando para soportarla cuando esta empiece a flaquear.
Ambos siguieron camino arriba, subiendo al eterna loma en busca de la felicidad. De vez en cuando se escucha  una estridente voz que en medio de la nada grita: Don't worry, be happy!

Dedicado a Nozop, una de esas personas que uno conoce sólo de vez en cuando, siempre lleno de buenas intenciones y que siempre algo te puede enseñar.

martes, 22 de mayo de 2012

Un lugar para descansar


Vuelve a nacer,
de la nada viene
y a la nada va.

Y al perecer,
nadie sabe por qué
vino ni se fue.

Y si hubiera un porqué,
no habría un qué,
ni habría lágrimas por sonrisas.

Y si hay un qué
no hay que buscarle un porqué,
porque al corazón no le interesa
y la razón no lo sabe ver.

De tanto enlazar,
se enlazó el propio amor
que enredó la pasión con la locura
y jamás nadie deshizo la unión.

No hay qué sin porqué,
no hay porqué para el qué,
no hay razón para el amor
no hay amor para la razón.

Las nubes vienen,
las nubes van,
el aire pasa
y no se quiere quedar.

El corazón late,
el corazón late,
el corazón no descansa
hasta no ver el final.

No hay rosas suficientes
que lo puedan frenar,
pero hay espinas bastantes
como para poderlo martirizar.

No hay amores en el mundo
que se puedan comparar
a la pasión que inspiro al despertar
y aprisiono hasta mis ojos cerrar;

mientras mis pulmones gritan
que les deje respirar,
mientras mi alma suplica
que mis ojos no vuelva a cerrar;

mientras  mi corazón retumba en el pecho
en muchos pechos
esperando encontrar en el tuyo
un lugar para descansar.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Pasionalmente esquizofrénico

- ¡Párate!
Esa repentina rotura de su caótico silencio intrapersonal fue tan brusca e inesperada que casi tropieza y se cae. De repente, la realidad se hizo presente, como si acabara de despertar de un trance. Avanzaba tan rápido que aperas era consciente de su propia respiración. El latido de su corazón marcaba el ritmo de sus pasos que cada vez eran más rápidos intentando seguir el estruendoso palpitar de su corazón, el cual latía más y más rápido intentando seguir el ritmo de los pasos: un círculo vicioso y sin un fin, con un solo propósito: vivir.
Y una vez detuvo su frenético paso, su mente recobró la consciencia visual y sonora. Era de noche, tan de noche que ni las estrellas se atrevían a asomarse al cielo, tan sólo la Luna en su condición de señora mayor osaba aportar algo de luz a la densa oscuridad. Y sus tenues pero anormalmente bellos reflejos iluminaban una rocosa playa que se extendía a su alrededor y a la cual el mar enfurecido llegaba rugiendo con rabia , echando espuma por la boca en forma de miles y miles de olas. La luz brillaba en ellas y le otorgaba una extraña magia a aquel hermoso y fantasmagórico lugar. Y allí estaba, por fin consciente de su corazón, de su respiración y del lugar a donde los pies le habían llevado, cuando recordó la voz. A su alrededor no había nadie.
- ¿Quién eres?-, preguntó aún con la respiración entrecortada y casi sin aliento.
- ¿Y eso qué más da? Sólo quiero hablar contigo.
- ¿Conmigo? ¿De qué?
- De ti. Quiero que dejes de hacerme sufrir.
La situación se volvía esperpéntica por momentos.
- ¿Que deje de qué...?
- ¡De hacerme sufrir! -contestó casi sollozando.
- Pero, ¡dime quién eres!-, le respondió molesto.
- Eres un necio.
- ¡Quién eres!-, rugió con todas sus fuerzas.
- Soy tú, maldito ignorante. Eres tan egocéntrico que ya no te reconoces ni a ti mismo.
Nada tenía sentido pero, ¿qué es la vida sino el mayor de los sinsentidos? Aunque tenía tentaciones de cerrar los ojos y volver a caminar tan rápido como sus piernas le permitieran, decidió ver dónde acababa todo aquello. Después de todo era muy propio de él tocar las narices en los momentos más inoportunos, aunque siempre con buena intención.
- ¿Por qué te hago daño?
Durante unos instantes lo único que se oyó fue el murmullo escandaloso del mar, acompañado por el de la brisa. La verdad siempre se toma su tiempo para salir a la luz, aunque sea a la de una solitaria Luna.
Se oyó un profundo suspiro, tan hondo que parecía que se iba a tragar el universo entero. Después, comenzó a hablar, al principio con congoja: los nudos se acumulaban en su garganta yle costaba decir dos palabras seguidas.
- Es... estoy... cansado.
Y aunque no podía verlo casi podía notar que en algún sitio, en algún lugar, una lágrima acababa de brotar, conteniendo tanta amargura que ni siquiera la Luna podía hacerla brillar.
- Estoy agotando... no puedo más, ¡no puedo más! ¡Tienes que dejar de ser tan insensato! Estoy harto de que hagas latir tan fuerte al corazón, tan rápido, para que luego no sirva de nada. ¡Deja de enamorarte! Es imposible, pero por lo menos no le des alas, ¡algún día nos vas a matar! Siempre, siempre haces lo mismo. PRimero lo niegas, pero en realidad te hierven las venas cuando notas siquiera su presencia cerca de ti, ni qué decir cuando no te habla o te sonríe... Y, por fin, cuando te das cuenta... ¡no paras! Al contrario, ¡te vuelves más loco todavía! De repente, ya no existe ni el tiempo, ni el espacio, ni tan siquiera tú. En cada instante entregarías tu propia vida, te arrancarías el corazón por ella.
- ¿Y para qué lo quiero si no? ¡Para qué quiero vivir entonces!-, contestó enfurecido por su estúpido razonamiento.
- ¡Yo también quiero vivir, maldito egocéntrico!
- ¡Tú no eres nadie!
- ¡Yo soy tú, estúpido! ¡Más racional y sensato, pero tú al fin y al cabo! Y estoy cansado de que quieras lo imposible, cada vez que lo intentas y fracasas me hundes un poco más.
- Yo no lo intento, ¡lo hago! Intentarlo es de cobardes, hago lo que tengo que hacer para ser feliz, otra cosa es que a veces lo que haga no salga bien. ¡Pero lucho! Y no me arrepiento de ninguno de los "fracasos" como tú los llamas, simplemente continúo hacia adelante.
- ¿Es que no te das cuenta de que si no te llego a detener ahora mismo estarías ahogándote ahí dentro?-, gritó refiriéndose a las olas que delante de él se peleaban a muerte para morir todas en la orilla. Sin embargo, él estaba convencido de que todo iría bien.
- Nunca lo entenderás, -le dijo con resignación-, si por ti fuera nunca me levantaría del suelo cada vez que me caigo.
- Si por mi fuera quizás no te caerías.
- Puede, pero eso significaría que no estoy caminando. Quiero luchar, llorar, gritar, correr, nadar, seer feliz... quiero vivir. Y sé que me caeré muchas veces, pero incluso en el suelo llegaré a contemplar cosas que otros nunca jamás verán. Y cuando me levante, estaré cansado y puede que dolorido, incluso a veces pensaré en no levantarme. Pero cuando lo haga, tendré tanta hambre que me comeré el mundo de un sólo bocado.
- ¡Hay cosas que son imposibles!-, le contestó tercamente su yo racional.
- Pero sólo imaginarlas ya es una maravilla-, le respondió él.
- Maravillosamente dolorosa-, le replicó de nuevo con melancolía.
- Creo que me arriesgaré.
Y, sin más, echó a correr hacia el mar. Las olas y la oscuridad dieron buena cuenta de él, visualmente hablando, claro, pero su espíritu brilla más que todas las estrellas de la noche.

lunes, 7 de mayo de 2012

La reconciliación de las pelusas

Un día llegó a tener tanto miedo que se quedó sentada al pie de la puerta de su habitación, abrazando las rodillas y empujándolas tan hondo como podía contra su pecho, casi hasta tocar el corazón. Se estaba enterrando a sí misma en su propio llanto, esparciendo por el suelo de la habitación una amargura tan amarga que hasta las pelusas huían despavoridas buscando un lugar en el que poderse refugiar. Pero aún así, entraba el sol resplandecía allá en el cielo con demasiada fuerza, pareciera que estuviese intentando llenar de felicidad la habitación, su habitación, esa en la que tanto ella había trabajado para llenar de melancólica tristeza. Con absurda indignación se levantó decidida y bajo la persiana hasta que ningún tenue rayo de luz osara colarse en su deprimido cuarto. Y así, volvió a abrazar sus rodillas con fuerza, como si fuera lo único que le quedara en el mundo, como si ni siquiera las pelusas de su cuarto estuvieran dispuestas a acercarse a ella. Entonces se dio cuenta de que por debajo de la puerta entraba aún algo de luz. Enfurecida, se volvió a levantar y buscó a tientas por la habitación algo con lo que tapar ese tenue intento de esperanzadora felicidad. Al final, cogió la almohada y la apretó tanto como pudo en el bajo de la puerta y la habitación quedó a oscuras y se volvió a sumir en su llanto y su tristeza... pero no estaba del todo oscura, aún podía distinguir algunos objetos en la oscuridad. Eso fue todo cuanto pudo su enorme orgullo soportar: con el alma inflamada de ira, se levantó y subió la persiana hasta arriba, abrió la ventana de par en par, así como la puerta y encendió todas las luces. La brisa del mar se coló en su cuarto y en su corazón, la luz del sol acarició sus brazos y su alma y se reflejó en el surco brillante que sus lágrimas habían dejado en su cara hasta que al final el surco desapareció y de él sólo quedo el bello brillo del alivio. Pasaron los segundos y los minutos, las horas y, quién sabe, quizás hasta los días. Y entonces se dio cuenta de lo fácil que era ser feliz y lo increíblemente complicado que era ahogarse en las penas, porque hay almas tan grandes e inmensas que nunca se llenan. Y allí se quedó, tirada en el suelo, rodeada de las pelusas con las que se había conseguido reconciliar, con las piernas bien estiradas y abrazada a la alegría de haber enviado al miedo allí donde ni el sol consigue llegar.

Dedicado a Cristina, para que tenga siempre la ventana bien abierta, que el Rinconín está muy cerca y la brisa siempre llega.

domingo, 6 de mayo de 2012

Premio Liebster

Con un poco de retraso, porque siempre me pasa lo mismo -"luego lo hago, luego lo hago..."-, pero al fin y al cabo aquí está. Cristina me ha dado el premio Liebster, un premio que sirve para dar mayor difusión a los blogs entre los usuarios. Te lo agradezco muchísimo y me ha hecho mucha ilusión. Una de las próximas entradas te la dedicaré.
Ahora me toca a mí premiar a cinco blogs con este premio:
http://jimmyylos4.blogspot.com.es/
http://poderynoquerer.blogspot.com.es/
http://alu02diario.blogspot.com.es/
http://nahahya1spirit.blogspot.com.es/
http://lasmariposasvivasson.blogspot.com.es/


Los blogger elegidos por mí deberán hacer lo siguiente:
1.- Copia y pega el premio (el recuadro Liebster Blog) en tu blog, enlazándolo con el blog que te lo ha otorgado a ti.
2.- Premia a tus 5 blog favoritos, de menos de 200 seguidores, y déjales un comentario para informarles del Premio.
3.- Únete al blog (hazte seguidor) y ayuda, compartiéndolo, para favorecer la difusión.



viernes, 20 de abril de 2012

Nomade Blanca

Ella no hace lo que la gente espera que haga, ni siquiera lo que ella espera de sí misma que vaya a hacer. Simplemente se deja llevar, se suelta en brazos de su corazón que frenético la saca a bailar una danza adictiva y agotadora. Y así, el corazón a veces la lleva a lugares insospechados, sorprendentemente agradables, desagradablemente sorprendente a veces. Pero ya ha conocido tanto mundo, aunque sea mundo interior, que conoce de ella misma más que cualquier otro podría llegar a soñar en toda su vida. Y aun así sigue viajando por su alma, buscando lugares recónditos, escondrijos resguardados de los convencionalismos que inundan los amaneceres de una gran ciudad. Ella nunca ha sido de guardarse palabras, tampoco de soltarlas sin más: una fina capa de humor envuelve al realidad que otros se guardan y algunos lanzan al aire sin pensar, golpeando en la cabeza al primero que por allí se atreve a pasar. Ella es así, y podría ser de otra forma, y quizás algún día lo sea. Pero de momento viaja sin cesar, como miembro de los nomadi que pueblan el mundo y que separados pero juntos se ayudan a avanzar por el tortuoso camino que en esta vida han elegido surcar. Pequeña nómada, recuerda que aunque a vece pierdas el norte, en el bosque siempre hay árboles que tras una capa de musgo esconden la verdad, la certeza de que la vida todo lo impregna con su pasional voluntad, dejando heridas que cicatrizan y otras que rosadas marcas para siempre pueden quedar. Pequeña nómada, nunca te rindas y sigue caminando con vehemencia, sin perder la paciencia, que en el bosque miles de tesoros aguardan, pero sólo para aquellos lo suficientemente valientes como para quererlos encontrar. Nomade, ricordatevi che non siete soli in questo lungo viaggio. Los nomadi siempre vamos juntos, aunque sea en espíritu, en este largo viajar. Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Dedicado a Blanca, una persona increíble, sin prejuicios y con la firme voluntad de ayudar a quien lo necesita.
Gracias Blanca =) 

domingo, 15 de abril de 2012

La locura de Morfeo

Fría noche de escarcha,
preludio de la primavera
que hielas mi sangre,
que mi corazón desesperas.

Largos suspiros del alma,
gritos que enmudecen,
que se escapan furtivos
de mi boca llena de dientes.

Tus palabras aún retumban,
vibran, con fuerza se sienten,
y a mi corazón mienten
esperando paciente que sucumba.

Busco entre las estrellas
aquellas que iluminen el camino
que empieza en mi deseo
y acaba en tu corazón.

Mas todas ellas parpadean
y en ellas brilla el sinsentido
que deslumbra a Morfeo
y anonadado pierde la razón.

Y su descuido
causa mi desvelo
que perturba mis anhelos
y envenena mi soñar,

que no llega
ni se le espera,
y con nostalgia
se mira atrás.

Con los ojos abiertos,
abierta el alma herida,
me hierve la sangre
aunque mi voz tirita.

Busco y no encuentro
motivos para no darte
los 'te quiero' que escondo
y que comienzan a ahogarme.

Quiero razones que calmen mi corazón,
mas las razones son mías,
tuyo es mi amor,
que tras mis miradas aguarda
con recelo
el momento de decirte adiós.

Fría noche de escarcha,
preludio de la primavera
que con fuerza mi sangre altera
y alimenta la sinrazón

que es este quererte tan vehemente
que lo nubla todo de melancólica pasión.

miércoles, 11 de abril de 2012

Piccoli Nomadi e il lupo feroce

Dónde estas, dime lo que ves, si es que entre tanta oscuridad distingues algo que no sean tus manos a dos palmos de tu nariz. Dime qué suena, a parte de tu corazón, qué es eso que perfora el oído. Dime, pequeño nómada, qué puede haber en el bosque que pueda asustar al propio miedo, que espante a los pájaros tan lejos de los árboles, tanto como nunca habían estado. Se ha hecho de noche y te ha pillado por sorpresa. Y entonces, pequeño nómada, te entristeces, te lloras a ti mismo al pie de un árbol centenario, mientras el aullido del lobo feroz rasga la calma que inunda el bosque. Te sientas e intentas pensar, pero los latidos de tu corazón retumban demasiado fuerte, haciendo temblar tu pecho. No te mientas, pequeño nómada, es culpa tuya. No señales, que es de mala educación, ni apuntes hacia otros que no sean tú. Mírate, de nuevo, en el reflejo del río que te acecha, de la luna que te contempla llorar. Mira tus ojos, adéntrate en ellos, allí hallarás la verdad. Quisiste jugar a las marionetas sin ni siquiera tener los hilos, y ahora tus muñecos se desparraman sobre el escenario, mientras el lobo sigue aullando, esperando que tus lágrimas le lleven a ti. No le culpes, es un lobo feroz, tú un pequeño nómada. En los más antiguos pasajes de la historia del bosque está escrito que cada noche que un nómada se descuide, permaneciendo expuesto a la tibia luz de la luna, su cuerpo repose en las fauces del lobo por siempre jamás. Te dejo, pequeño nómada, tu verás si aún quieres llorar, o si no prefieres escalar a la copa de un árbol ahora que los pájaros durante la noche no volverán. Recuerda, piccolo Nomadi, tú no elegiste tu bosque, ni él te eligió a ti, pero dónde camines, dónde duermas y qué comas, solo dependerá de ti. Ahora, pequeño nómada, te dejo bajo el frío manto sedoso de las estrellas, que la luna se esfuerza en extender sobre su pequeño retoño que es el cielo. Buenas noches. Buena suerte.

lunes, 2 de abril de 2012

At the edge of the sea

El cielo se hizo tu boca
y cada palabra se hizo gota
que inundaba mis esperanzas.

Mis ilusiones se hicieron pedazos
al chocar contra los retazos
de desprecio que emanaban de sus ojos.

Y así, el amor se hizo amor,
pero con sutiles pinceladas de dolor
que hacían del cuadro algo lleno de bello horror.

El mar rugió con receloso celo,
la noche cubrió con esmero el cielo,
y mis párpados cayeron sobre mis ojos
como dos mantas de puro acero.

Mas, antes de perder de vista
a las estrellas que parpadeaban sin cesar,
dos lágrimas acerté a derramar:
Una dice cuánto te quiero,
la otra, lo mucho que odio que no te dejes amar.

La edad de las rocas

Susurra el viento entre las rocas inertes a las que el mar golpea de forma estridente aunque ellas ni sienten ni padecen. Ellas, que ya lo han visto todo y nada a la vez, que en su haber tienen el paso de los años que sobre ellas cicatrices indelebles ha dejado; ellas a quienes nada puede sorprender... y sin embargo atónito contemplan mi malestar, que no se oye pues no lo digo, pero se siente en mi mirar, en el llanto silencioso de las palabras que se agolpan tras las paredes de su cárcel de marfil y cristal. Aquí estoy, sentado ante el mar, intentando enfriar con la brisa un corazón repleto de pasión. Busco entre las estrellas la razón de mi pesar y mi corazón me castiga en cada latido con un leve pinchazo que me corta el respirar, indignado ante la osadía de buscarle lógica a su pensar. Y es que él no piensa, sólo retumba con fuerza en el pecho, pone patas arriba el alma y, entre latido y suspiro, llena de emociones a una masa de carne y vísceras sin más. Quién soy yo para decirle a él lo que quiero sentir, qué forma de menospreciar su labor, la de palpitar sin descanso ni temor. Aceptaré con resignación los violentos envites de mi corazón, al igual que las rocas el del mar y, como ellas, esperaré a que el tiempo y sus cicatrices me puedan enseñar a decir 'te quiero' sin que me pueda pesar. Mientras, aprovecharé cada instante para sumergirme en el fondo del mar, buscando arrebatarle al tiempo su secreto y evitar esperar a que el Sol aparezca y marchite mi pecho de estruendoso palpitar. Mientras, seguiré soñando con que existes en algún lugar que aún no conozco, al tiempo que el mar me grita que debo marchar y dejar que el viento haga arena de las inertes rocas que contemplan mi pesar. De cara al horizonte busco la luz que me pueda guiar entre la oscuridad de la noche que contemplo en soledad. No existe lo justo o lo injusto, sólo aquello que tenemos valor para afrontar y aquello que evitamos por temor a fracasar.

sábado, 24 de marzo de 2012

Aunque sea sólo hoy

No me hagas caso, pero me rindo. No me escuches, pero ya me he cansado. Hasta yo sé que nunca lo haré, porque soy demasiado cabezón como para hacerlo, porque ya sé lo que significa no tener ganas de nada y no tener nada que hacer y no soy lo suficientemente tonto como para volver a caer... Pero soy lo suficientemente listo como para saber que hasta el animal más grande tiene en algún sitio cosquillas, aunque sus lágrimas no sean de risa. Cerrar los ojos sin pararse a llorar, cargando con todas las penas durante el largo camino no es la solución, y aunque lo intente llega el día en el que los pies pesan demasiado. Por eso, no preguntes ni tampoco me creas, pero hoy no quiero seguir, hoy y quizás mañana también, no sean mis días. Déjame rendirme, déjame soñar que ya no tengo ganas, para que cuando despierte no me quepan todas en el alma. Aunque sea sólo hoy, déjame estar triste, que la tristeza también tiene derecho a que se la escuche.

jueves, 22 de marzo de 2012

Si alguna vez te dijeron nunca, no lo escuchaste. Felicidades mamá.

Hace dos décadas que me diste la vida. Desde entonces, no ha faltado un día que no hayas dado parte de la tuya para que la mía sea mejor. Con mejor o peor resultado, a veces antes o después, pero siempre acabas por sacrificar todo cuanto puedes y no dudas un sólo instante en hacerlo si con ello nos sentimos mejor.
Ya he perdido la cuenta de las veces que la vida te ha dicho que no, pero tú le das la espalda y sigues. Si alguna vez te dijeron nunca, no lo escuchaste e insististe. Abrazas la vida con tanta fuerza que en ocasiones la estrujas y a lo lejos se escuchan sus quejidos. Eres incansable, inagotable, incombustible, imparable, y aunque a veces, como todos, porque eres un ser humano al fin y al cabo, te eches las manos a la cabeza y no sepas qué hacer, siempre acabas sacando la fuerza de donde no la hay para seguir luchando, inventándote las ganas si no las tienes.Si el mundo fuera justo, hace tiempo que tendrías que vivir la vida que tú quisieras, porque no hay nadie más sobre la Tierra que haya luchado con tanta voluntad por ello. Pero si así fuera, puede que por el camino dejaras de hacer feliz a tanta gente a la que rodeas, porque quizás sea ese tu destino en el mundo, el de  sacar una sonrisa a todo aquel que se acerca a ti, el de enseñarle una nueva forma de ver las cosas que nunca había descubierto. Eres única en el mundo y en el tiempo, pues por mil años que pasen no habrá jamás nadie como tú.
Hace dos décadas que me diste la vida y desde entonces no has parado de empujarme siempre un poco más para seguir luchando, aunque empujando te hagas tú heridas, pero no te duelen o las ignoras. Podría llenar el mundo con la palabra "gracias" escrita en millones de papeles y en mil idiomas y no sería suficiente. Podría pasarme el resto de mi vida intentando agradecértelo y necesitaría dos vidas más porque no sería bastante. Y ojalá algún día pueda devolverte la mil millonésima parte de lo que me has dado para poder descansar en paz, y hasta entonces, el sólo hecho de intentar conseguirlo es un motivo para seguir un paso más, para continuar sorteando los obstáculos que alguien insiste en colocar en el camino. La vida no nos lo pone fácil, pero me has enseñado que la palabra "rendirse" no existe, y a tacharla cada vez que aparece para cambiarla por oportunidad. Y aunque a veces tenga más o menos éxito, siempre lo intento, porque hay lecciones que merece la pena llevarlas a cabo por el mero hecho de existir y hay experiencias que merecen la pena vivirse por el simple hecho de poder contarlas.
Hace ya mucho tiempo -no digo cuánto por no ser maleducado- que viniste a este mundo. Dios, Yhavé o Alá, o como se quiera llamar, debió verter el frasco de la vida en ti, como cuando Obélix se cayó en la marmita de la poción. Y así, desde ese momento, eres todo vida, todo energía, y así sigues por el mundo, siempre dando sin esperar nada a cambio, sin miedo ni vergüenza, eso son conceptos que no se inventaron para ti. Tú sólo conoces la voluntad, la alegría, las ganas, la fuerza, la pasión, la perseverancia, el optimismo...
Hoy has cumplido años, pero sigue siendo igual de joven que siempre. Y ahora en la vida has elegido otro camino, uno nuevo e incierto, del que nada se sabe, pero del que sé algo seguro: lo seguirás hasta el final con todas las consecuencias y nunca te dejarás amedrentar por nada ni nade, ni siquiera por ti misma, que a veces es lo más difícil.
Te quiero tanto que no tengo espacio en el pecho para que el corazón lata cuando lo pienso, y aunque el tiempo ha pasado y ya no soy aquel que entraba en vuestra habitación por la mañana gritando a viva voz que ya era por la tarde, ni aquel que se sentaba en un sofá con una tapa redonda, una grapadora y una perforadora para imaginar que conducía un coche, siempre te querré tanto como aquella vez que entre tú y papá estuvisteis una noche en vela para montar el estupendo escritorio que los Reyes Magos me habían dejado.
En fin, dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Espero que sea mentira porque te mereces algo más que la mitad del doble. Disfruta de tu día tanto como puedas y como te dejen, y aunque hace tiempo hayamos perdido a nuestra vaca particular -seguramente no resistió mi ímpetu de piloto- siempre nos quedarán los viajes que en ella vivimos.
Felicidades mamá.
Lo imposible es sólo aquello que es un poco más difícil de conseguir.

martes, 20 de marzo de 2012

La soledad de los pasos de tango

Caminas erguido, mas tus pasos retumban con cansancio, con la dejadez que el dolor ha grabado en tus zapatos. Sonríes con ganas pero tras tus dientes aguardan las cosas que la mentira encierra con férrea voluntad. Pero no hay mentira que cien años dure, ni verdad que por siempre se esconda, no hay muros ni tan altos ni tan firmes que contengan los envites del corazón. Aguardas sentado, esperando que el tiempo se lleve aquello que no eres capaz de tirar, rezando porque en el camino encuentres la determinación que tu alma es incapaz de soportar. Y mientras los días vienen y van y el Sol y la Luna juegan a bailar en el cielo, respiras con recelo temiendo que te puedan escuchar, que tus suspiros rompan el aire con la brusquedad con que los latidos de tu corazón pretenden liberar las palabras que enervan el vello y envenenan el alma, con los sentimientos que se consumen en la oscura intimidad del miedo.
Y en ese recóndito lugar permanecen inmóviles los más profundos anhelos que entre sueños buscan un lugar en el mundo, aunque sea irreal, un rayo de Sol, aunque sean los despojos que la Luna le consigue arrebatar entre cada paso del tango que juegan a interpretar.

lunes, 19 de marzo de 2012

La cara de los gusanos

Busca en la noche las razones que hagan callar al corazón, aquellas que se tambalean a cada latido que da el muy cabezón. Pero en la oscura nocturnidad no hay razones, sólo las emociones que a lo largo del día consigue encerrar en lo más hondo del alma, relegadas al ostracismo de la incomprensión. Se queda sin aire, le falta la sangre, y aun así, camina con fingida decencia, con la cabeza muy alta aunque el alma esté en los pies, oprimida a cada paso que da hacia un destino que se aleja cuando él se acerca. Y al cerrar los ojos, recuerda que no hay nada nuevo, que ha vuelto a tropezar en la piedra que alguien tiró una vez en el camino y que siempre olvida apartar, que cada vez parece más grande a medida que él se hace más ciego... o más obstinado. Busca en la noche la calma para poder descansar, las palabras que conviertan sus sábanas en un lugar donde reposar los pensamientos que se agolpan sin cesar en el cielo de la boca, de donde nunca saldrán. Se dice a sí mismo que hay que dormir y se le quiebra la voz al llegar al final, se le parte el corazón al pensar que en sueños vivirá una historia sin principio ni final, sin posibilidad real. Y todas las noches, Morfeo le busca un cuento que consiga que sus sueños no le hagan llorar. Pequeño nómada, no busques bajo las estrellas aquello que durante el día no consigues encontrar, no ocultes entre mentiras inocentes verdades latentes que algún día pueden estallar en tu pecho en forma de latidos incesantes, lágrimas vacilantes que se arrojan al vacío sin saber si en el suelo encontrarán la calma que tu alma no les sabe dar. Pequeño nómada, arroja al bosque aquello que no te deja avanzar o espera sentado bajo un árbol a que el Sol vuelva a brillar. Mientras, la Luna te mira con la melancolía grabada en sus miles de ojos de cristal. Mientras, las mariposas aguardan su despertar, anhelando dejar su fea cara de gusano en algún recóndito lugar.

domingo, 18 de marzo de 2012

Feeling... free?

Cómo le gustaría volar libre y dejar atrás las rejas de la vergüenza, la tristeza de la verdad que se esconde tras cada risa enlatada. Cuánto daría por sólo tener un segundo de libertad, dejar que su alma gritara hasta reventar, que su corazón latiera sin miedo a ser escuchado y espantar a las palomas. Todo depende de él, y en realidad él no puede hacer nada. No puede porque no quiere, pero en realidad quiere con toda su alma. La vida le pide paciencia, pero él ya no puede esperar, está cansado de aguardar que un par de copas lo solucionen todo si al final no hacen más que estropear. Está agotado de creer que tras un par de preguntas disfrazadas puedan estar las respuestas que tanto ansía escuchar, de leer en chino lo que claramente no lo es, de darle tantas vueltas hasta que parezca que es lo que no es, y para darse cuenta al final de que no es lo que es.
Y en medio de la noche, aguardando el amanecer por no quererte despertar, se imagina a sí mismo donde realmente le gustaría estar. Y llegará el día en el que no pueda más y rompa a llorar o rompa el mundo en tantos pedazos que nunca más los quieras pegar. Y tus dedos, que siempre asomaron más allá de donde uno se cabe preguntar, trazarán el camino de vuelta a la indiferencia que tras la verdad espera encontrar el momento de ponerlo todo patas arriba y sin desayunar. Cómo le gustaría ser libre para poder buscar en el diccionario las palabras que no se atreve a pronunciar, aquellas que amarillean de antigüedad, las que retumban en su cabeza pero se pierden en el paladar, las que se hilvanan junto a los suspiros que el tiempo guarda en una frágil caja de cristal.

jueves, 15 de marzo de 2012

The Bu reaction

Hay veces que uno siente desfallecer, momentos en los que se encuentra enfrente obstáculos insalvables, momentos que ponen a prueba sus capacidades, su voluntad. Hay veces que la vida se hace tan dura que ni ella misma se soporta, tan amarga que un limón podrido sería como una fresa recién cogida del arbusto. Hay días en los que la cama parece el mejor refugio en el que pasar las horas, en los que el mundo se convierte en un lugar tan grande y uno en algo tan pequeño que la insignificancia cobra forma en uno mismo. Hay momentos en los problemas parecen querer venir todos juntos, cuando en realidad nosotros los llamamos en cuanto aparece uno. Hay tantos y tantos instantes en los que la vida nos pone a prueba, nos reta y nos hace llorar, fuerza nuestro alma hasta escucharla gritar, buscando que suplique que ya no puede más. En esos momentos, uno debe mirar al frente, levantar la cabeza con orgullo y dejar de lamerse las heridas para poner la carne al descubierto pidiendo más. Cuando las dificultades se ponen una detrás de otra, en fila india, hay que buscar la voluntad hasta debajo de las piedras, entre la tierra o en el cielo, y plantarse cara a cara con ellas. Y tras todos esos momentos hay grandes recompensas, aunque sólo sea por el mero hecho de haber gritado con rabia lo que uno ama la vida, aunque sea por la simple demostración de esfuerzo y pasión por lo que el latir del corazón supone, por lo que se esconde tras cada uno de los amaneceres que se suceden en la interminable travesía que empieza con un estruendoso llanto y termina con un suspiro. Y en cada uno de esos momentos, uno debe ser consciente de lo que tiene que hacer y querer hacerlo con toda su alma. Nunca intentes nada, habrás fracasado antes de empezar. Hay cosas que son increíbles y sólo imaginarlas ya es una maravilla... maravillosamente dolorosa. Hoy, el dolor importa menos, los sueños pesan más. If in doubt, flat out.


PD: Dedicado a Bu.