De cara al horizonte: diciembre 2010

viernes, 17 de diciembre de 2010

Ana Lucía

Comenzo a bajar las escaleras hacia la boca de metro, que esperaba pacientemente como una planta carnívora, a que sus presas llegaran solas. Y al bajar, una ráfaga de aire le trajo el olor de las prisas, del estrés, del agobio, de alegrías explosivas, de tristezas contenidas, abrazos olvidados y besos perdidos. Avanzó con paso decidido y armonioso. Una vez dentro, comenzó a imaginar. A cada persona le asignó un papel (cocinero, vecina, policía, amiga del alma...). Cada insulso lugar de aquella estación se transformó hasta convertirse en una calle, una panadería o un cruce de peatones. Estaba ensimismada, creando historias, mundos, vida... hasta que una serpiente inmensa de color blanco le devolvió a la realidad. Por un momento se sintió frustrada. ¿Cuándo volvería a aquel lugar? Pero al sentarse en el vagón, el señor de su lado le saludó amablemente y le dijo: "¿Qué te pongo hoy, Lucía? Las almejas están de oferta". Y una vez más, Ana se transformó, esta vez en una tal Lucía. Esperemos que sea capaz de volver a la realidad y no pasarse de parada.

Para Ana, escritora, periodista y crítica literaria de éxito =)
Feliz Cumpleaños! :D

martes, 14 de diciembre de 2010

La baldosa picuda

Qué decirte cuando no sé ni qué decirme. Qué hacer después si ni si quiera sé qué voy a hacer ahora. Cómo parar esta película que va demasiado deprisa, cómo poner un punto y seguido para descansar, con sumo cuidado para no confundirlo con un punto y final. En las noches hallo la desesperación que en el día me consume. En el día encuentro el agotamiento que por las noches me desespera y no me deja dormir. Cuerdas que me atan, manos que me liberan. Cómo evitar que la bola ruede más y se haga más y más grande, cómo terminar con lo que nunca debió empezar. Quiero el cómo y el porqué, el cuándo y el dónde de tantas cosas que me pierdo entre ellas. Volver a cerrar los ojos y encontrar la paz, sentir el corazón latir con dignidad. Levantar la cabeza al cielo sabiendo que puedo andar sin encontrarme una baldosa picuda con la que tropezar.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Gracias =)

Podría escribir lineas y más lineas diciéndote lo genial y maravillosa que eres, pero lo resumiré todo en una palabra: gracias. Gracias por tu ayuda, por tus ánimos, por los momentos buenos y malos a tu lado, porque siempre encuentras la forma de hacerme reir (aunque ello implique una depilación forzosa y poco ortodoxa). Si no fuera por ti ahora mismo no estaría aquí, y por eso no me cansaré de darte las gracias nunca. En la habitación 234 nunca ha dormido ni nunca dormirá nadie mejor que tú. Sé que te irá todo bien, que algún día conquistarás el espacio o el cielo (dependiendo de si coges A1 o A2 XD) y ojalá esté a tu lado para disfrutarlo contigo. Por todos los abrazos, por todos las palabras, por todos los momentos, por ti: gracias.
PD: Se me ha olvidado lo mas importante... Felicidadeeeeees!!
PD2: Espero que no leas mi blog antes del cumple, estoy seguro de que no sucederá tal cosa porque hace un rato que te has ido, pero si lo hicieras... Feliz No-Cumpleaños!! xD

El enfado de las criaturas nocturnas

En la oscuridad vio el reflejo, el reflejo de lo indecible. Se le agarrotaron las manos, tanto que se doblaron como el tallo de una flor. Y a la mañana recordó en un pozo la oscuridad de la noche pasada, se sumió en el dolor y se quedó dormido, atormentado por pesadillas sin sentido ni razón, sin piedad ni compasión. Al abrir los ojos, un cuervo le miraba desde la ventana, un cuervo negro, como la noche que ya había llegado, como su alma dormida y angustiada. Se horrorizó al pensar que vivía a oscuras, que el día no llegaba jamás, porque jamás lo veía. El cuervo huyó, asustado por tan perturbador lugar, y al desplegar sus alas removió el polvo de los recuerdos que en el alféizar se acumulaban. Y él, alérgico, estornudó al sentir sus recuerdos, estornudó tan fuerte que ni si quiera Jesús pudo evitar que su alma saliera por la boca y huyera lejos, allá donde la oscuridad era para los búhos y los sueños. Sin alma y con corazón, se quedó cual planta al sol, que no era el sol, sino la luna disfrazada intentando enrabietar a las criaturas de la noche.

viernes, 10 de diciembre de 2010

De cara al horizonte

Escucha, siente, es tu corazon latente, que lo oye, lo ve venir. Respira hondo y piensa. Aquello que te da aire te ahoga al respirar. Abre tus ojos, no te hagas el loco, no te mientas ni consientas, la verdad está ahí, es bella, dolorosa quizás, pero lo mejor que puedes tener. No huyas, no te escondas, la vida te quiere así. Abre los puños, relaja el alma, no todo es blanco ni negro, encuentra el gris para dar color a las nubes que darán vida a tus recuerdos. Coge cuanto necesites, no te evites, no te quites la oportunidad de gritar, de amar, de mirar de cara al horizonte sin vergüenza, sin rencor y con paciencia. Lo que tenga que venir vendrá, si no es ahora será después, si no es así será asá, pero los trenes siempre pasan cada media hora. Y si no, puedes coger un bus. Vive como si fuera un sueño, sueña con construir tu vida.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El sueño de la razón produce monstruos

Hubo una vez un pintor cuyos cuadros eran todos uno. Lo mismo daba que daba lo mismo cómo lo hiciera que lo hicera como fuera. A veces empezaba dibujando el contorno, por la esquina derecha, por la esquina izquierda. Otras veces cogía la paleta sin más y daba color a formas inexistentes. Incluso probó cerrando los ojos o con la mano izquierda. Fuera como fuera, siempre, al acabar, se encontraba de frente con un Sol extrañamente brillante y unas nubes esponjosamente grises de cara al horizonte. Unas gaviotas solitarias parecían descansar al borde de un acantilado donde el mar estaba en calma y acariciaba las rocas con condescendencia. Y en medio de la playa, un hombre moldeaba la arena con aparente calma, con la tranquilidad dibujada en su rostro joven y la seguridad en su mirada. Desconsolado, el pintor pintaba y rompía sus cuadros al acabar y acumulaba astillas en sus manos de tanto romper y pintar. Un día, exahusto, se quedó dormido sobre el lienzo en blanco y con el pincel en la mano. Y al soñar, la razón se sumió en un profundo letargo dejando al corazón campar a sus anchas llenándolo todo de imágenes apocalítpicas, palabras malsonantes y verdades inconcebibles. Los muros caen, el alma se quita el bozal y a pleno pulmón grita sin que nadie la pueda acallar, hasta dejarse la garganta en ello, roja e inflamada de tanto sangrar las mentiras con que la rutina la disfrazaba de forma ridícula y esperpéntica. Entre tanta algarabía, el pintor despertó, y horrorizado descubrió que en sueños había pintado. Pero ya no era lo de siempre, ni nunca volvería a ser igual. El Sol se tornó enfermizo, cansado y viejo de tanto empujar, de cara al horizonte, de espaldas a su pintor. Las nubes se tornaron negras y negramente lloraban, al igual que las gaviotas que contemplaban al mar maltratar furiosamente a las rocas. Y entre tanto horror, un joven frustrado en medio de la playa, buscando entre la arena y encontrando carbón. Y cada vez que sumergía la mano, un trozo de su alma se desprendía y se escondía entre las conchas de crustáceos fantasmas. Dicen que se volvió loco, que sobre el lienzo pereció, que su cuerpo reposa sobre los monstruos que la razón produce al soñar.