De cara al horizonte: 2017

martes, 7 de noviembre de 2017

Conjugando verbos estúpidos

Me recorres desde la suela de los pies
hasta la punta del alma,
me retumbas desde la oscuridad
de mi pecho hasta la luz de mis ojos.

Te siento en el cosquilleo que
ruboriza mis entrañas al respirar,
en los pasos torpes que doy
cuando no me dejas pensar.

Te siento en los tiempos muertos
que me retuercen el estómago,
y me ahogan, me aplastan,
como si por dentro fuera a reventar.

Y si recogieran mi cuerpo en trozos
ninguno de ellos tendrían sentido ya,
porque son un puzle que solo
tú sabes cómo volver a formar.

Te siento tanto que no siento nada
más allá de imaginarte infinito,
de quererte entre silencios,
de gritarte entre suspiros.

Me río por no llorar, porque ya no sé
si es de tristeza o de felicidad.
Me has mezclado tanto por dentro
que yo ya no soy yo, ni fui, ni seré.

Porque has deformado tanto la realidad
que los verbos juegas y me liarán,
y retorcieron mis frases hasta
que las hubieran hecho una calamidad.

Y vengo de aquí para allá sin saber
ni el inicio ni el final, igual que
esta historia que has escrito
sin saber siquiera que se iba a publicar.



miércoles, 18 de octubre de 2017

Me quemo, me hielo

Y si tu mirada no fuera un enigma,
ni tus silencios una interrogación,
y si mis bromas fueran respuestas
y todo esto no sea una equivocación.

Me rajo los brazos por la mitad
para que leas entre venas
que me muero si te callas
y que yo no sé qué contestar.

Me has abierto el alma de par en par
y apenas te has parado a mirar
que me he puesto como loco a temblar
temiendo que sea mío lo que hay dentro.

Me rompes, me deshaces,
me entretienes, me detienes,
en los suspiros vacíos y huecos
que me taladran las sienes.

Cómo has conseguido
calarme hasta los huesos
y convertirlos en arcilla
que moldeas entre tus dedos
con descuidada asimetría.

Qué deseas, qué esperas,
qué piensas cuando
creo
que me quieres.

Sangre, sudor, las lágrimas no las quiero,
y quiero creer que no vendrán,
pero creo que lo quiero menos
de lo que te quiero cuando aquí, conmigo estás.

Arde la piel, se quema,
tanto con la llama de fuego
más intensa,
tanto con un iceberg
de triste y depresiva indiferencia.

Y pienso, y creo, y quiero creer,
porque tus ojos me dicen que sí,
y tus manos también.
 
Pero me muero de miedo al imaginar
que todo sea mentira, y te vayas dejando
el alma abierta, de par en par,
y se me enfríe la vida, y se me hielen las ganas
de respirar.





miércoles, 23 de agosto de 2017

Matemáticas diferentes

Se me hace el corazón sangre
solo de pensar que pueda pasar,
que en algún momento no haya
nada más que un centímetro de aire.

Se me parten las venas por la mitad,
y la cabeza también, solo al imaginar
que pueda ser real, que un instante
se convierta, de repente, en la eternidad.

Ya no sé ni cómo respirar, ni para qué,
si el oxígeno hace tiempo que mi
cerebro abandonó, y sobrevive
de bocanadas turbias que llegan del corazón.

Qué fácil es coger el diccionario y arrancar
todas sus hojas, romperlas y tirarlas sin más,
y hacer con ellas una inmensa hoguera
en el que la palabra lejos arde sin piedad.

Qué difícil parece que la noche y el día se
puedan besar hasta fundirse en un ente
único que no se puede diferenciar, salvo
por el color de la luz y media mano de más.

Y si me tiembla la voz al pensar
que todo lo que empieza, puede acabar,
pero si pienso no siento, y eso me
asusta incluso más.

Sentir, dejarse llevar, vivir y olvidar,
o recordar, que uno más uno es dos,
pero todo depende de lo que quieras sumar.


domingo, 6 de agosto de 2017

Pensar sin pensar

Qué hacer si al pensar
algo se rompe por dentro
y todo parece que se va a desmoronar.

Dónde esconder esa voz
que habla sin decir nada
y, por dentro, la quieres ahogar.

Cómo encontrar la paz
que, en medio de la noche,
se consiguió escapar,
dejando tras de sí un rastro de sangre mortal.

Por qué es tan fácil
que una palabra, un gesto,
llenen tus suspiros de angustia y pesar.

Qué sentido tiene pensar
en qué hacer cuando no hay voluntad,
cuando te tiembla la respiración
solo al imaginar cosas que
ni siquiera han llegado a pasar.

Y la cabeza se convierte
en un estercolero de paranoias,
mil ramas de un árbol podrido
que hunde sus raíces en apenas
tres segundos de tu vida.

Mil versiones distintas de una historia
que jamás llegará a suceder,
que sólo se escribe con la sangre
que se escapa de tu cerebro para perderse por tu cuerpo.

Cuando pensar ya no es lógico
sino un burdo disfraz con el que ocultar la verdad:
la historia que imaginas una y otra vez
y que se muere cada vez que recuerdas que no es real.

Qué, cómo, dónde y por qué,
preguntas que no valen una mierda
si no las sabes responder.


sábado, 22 de julio de 2017

Uno, dos, tres...

Odia las noches que te oscurecen el alma,
las que te envenenan la sangre,
que quema pero no arde,
que desvela sin que haya llama.

Destroza, olvida y borra los segundos
que pudiste evitar pero viviste,
y escupen en tu memoria
como un tributo a tu estupidez.

Llora y grita, guarda en silencio
lo que no quieras decir,
sabiendo que pesa y ahoga
como una soga con la que convivir.

No pienses, sufre y miente,
al final lo olvidarás,
y jamás recordarás ese paso
en falso que te hizo perder.

Hay en cada instante
un trozo de tu vida,
un suspiro que llena de aire
tus pulmones, y luego los vacía.

Y cada suspiro lo sentirás distinto:
unos, un cosquilleo triste
que flota indeciso y trémulo,
como una nota perdida
en una partitura inacabada.

Otros, insípidos, intrascendentes,
transparentes e inofensivos,
que solo pasan por pasar,
por llenar el tiempo con algo que contar.

Otros, nerviosos y alegres,
una ola de agua cristalina
que todo lo inunda y lo llena
con la ilusión de vivir.

Y si al final los quieres contar,
"uno, dos, tres...",
 que nunca sea de noche,
porque hay un número ilimitado
de ellas que puedes odiar.

martes, 20 de junio de 2017

Maravilloso silencio

Qué poco hay que decir
cuando las palabras no valen nada,
y es mejor rendirse y solo sentir.

Qué inútiles los pensamientos,
cómo duelen los recuerdos,
cuando el pasado se escapa
y el futuro no quiere llegar.

Y un día, una caricia basta
para cubrirlo todo con felicidad,
para estremecer el alma
y darle alas para volar.

Latidos que se resuenan
con el eco del dolor,
llorando qué bonito es amar
cuando hay una razón.

Qué inservible el tiempo
cuando solo pasa,
qué estúpida el alma
cuando es simplemente una tela
sobre el cuerpo moribundo de la pasión.

Se quiebra el viento como una hoja seca
cuando se escapa en un suspiro de frustración.
Un recorrido lento que, por dentro,
revuelve las palabras que se marchitan
y se pudren, encerradas sin compasión,
cuando la felicidad abrió sus alas y voló.

Y cada latido retumba y arrasa,
vibra contra el cuerpo que se vuelve a estremecer,
y el corazón sigue corriendo, soñando
con volver a encontrar los colores
que inundaron un lienzo de pura emoción.

domingo, 18 de junio de 2017

Las (p)rutas p(r)isas

Abrirse en canal, sangrar,
buscar un bote para
poderlo guardar.
Agitarlo con timidez
cuando nadie puede mirar,
o callar y gritar por dentro,
¿qué más da?
Es casi lo mismo, es casi igual.

Recuérdalo cuando te palpite la sien
cuando te quemen las venas
y sepas por qué, o sepas por quién,
y comprendas que ese cosquilleo inquieto
que te desvela y te rompe por dentro a la vez
no son los monstruos de la razón,
sino el llanto incompleto
que a nadie dejaste ver.

Dónde están ahora tus risas enlatadas
y tus caras de payaso estúpido,
cómo te vas a engañar otra vez
cuando ya nadie te cree,
cómo contarle a un sordo
que lo que oye no es nada
sino el todo, aquello que se remueve en su alma
y no le deja soñar.

Corre tan lejos como puedas y déjalo atrás,
imagina que lo podrás olvidar
mientras notas, sin saberlo, en el peso de tus pasos
que la sombra de tu infelicidad
ha impregnado la suela de tus zapatos,
la firma de un autor que escribió sin saberlo
el principio de su fin sobre un suelo mojado.



miércoles, 22 de marzo de 2017

El origen de lo único

Hace algún tiempo, el universo dio lugar a algo singular y único. Desde su mismo origen, ha inundado la más profunda oscuridad con la intensidad de sus rayo e incluso fue capaz de dar a luz vida. Desde entonces, de forma incansable y sin pedir nada a cambio, todos los días inunda la vida de sus criaturas con una luz fuerte, brillante y tan intensa que es capaz de teñir de esperanza los momentos más tristes. Jamás ha reclamado nada, siempre ha dado todo hasta la extenuación y más allá, desdibujando las líneas de lo humanamente posible, rompiéndolas y haciéndolas añicos. Hace mucho tiempo, el universo dio lugar a algo singular y único, un astro de inmensa energía que inundó la Tierra de luz y vida.

El Sol y tú os parecéis mucho, pero a ti puedo abrazarte sin temor a quemarme. Puedo preguntarte cuando no sé qué hacer, un mero hecho capaz de regalarme una paz de espíritu inmensa. Sé que estás ahí aunque haya más de mil kilómetros entre nosotros. Todos los años te doy las gracias, pero cada año la palabra palidece al lado de todo lo que has hecho y haces por mí y por nosotros cada día de tu vida.

Eres maravillosa, increíble y única, y cualquier cosa que intente regalarte es insignificante en comparación con todo lo que me has dado a mí. El solo hecho de sentir que por mis venas corre tu sangre, esa que te ha empujado a explorar los límites de lo imposible, a cuestionarte el mundo contra viento y marea, hace que sienta una mezcla de orgullo y satisfacción que es el mejor regalo que puedo tener. De momento, no puedo darte nada a cambio, salvo dejarte mi vaca sagrada. Y decirte cuánto te quiero.

Felicidades mamá.