lunes, 2 de abril de 2012
La edad de las rocas
Susurra el viento entre las rocas inertes a las que el mar golpea de forma estridente aunque ellas ni sienten ni padecen. Ellas, que ya lo han visto todo y nada a la vez, que en su haber tienen el paso de los años que sobre ellas cicatrices indelebles ha dejado; ellas a quienes nada puede sorprender... y sin embargo atónito contemplan mi malestar, que no se oye pues no lo digo, pero se siente en mi mirar, en el llanto silencioso de las palabras que se agolpan tras las paredes de su cárcel de marfil y cristal. Aquí estoy, sentado ante el mar, intentando enfriar con la brisa un corazón repleto de pasión. Busco entre las estrellas la razón de mi pesar y mi corazón me castiga en cada latido con un leve pinchazo que me corta el respirar, indignado ante la osadía de buscarle lógica a su pensar. Y es que él no piensa, sólo retumba con fuerza en el pecho, pone patas arriba el alma y, entre latido y suspiro, llena de emociones a una masa de carne y vísceras sin más. Quién soy yo para decirle a él lo que quiero sentir, qué forma de menospreciar su labor, la de palpitar sin descanso ni temor. Aceptaré con resignación los violentos envites de mi corazón, al igual que las rocas el del mar y, como ellas, esperaré a que el tiempo y sus cicatrices me puedan enseñar a decir 'te quiero' sin que me pueda pesar. Mientras, aprovecharé cada instante para sumergirme en el fondo del mar, buscando arrebatarle al tiempo su secreto y evitar esperar a que el Sol aparezca y marchite mi pecho de estruendoso palpitar. Mientras, seguiré soñando con que existes en algún lugar que aún no conozco, al tiempo que el mar me grita que debo marchar y dejar que el viento haga arena de las inertes rocas que contemplan mi pesar. De cara al horizonte busco la luz que me pueda guiar entre la oscuridad de la noche que contemplo en soledad. No existe lo justo o lo injusto, sólo aquello que tenemos valor para afrontar y aquello que evitamos por temor a fracasar.
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1 comentario:
No existe lo justo o lo injusto, no hay ni mejor ni peor...
Espero que te guste. Un beso, hijo.
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