Hay veces que uno siente desfallecer, momentos en los que se encuentra enfrente obstáculos insalvables, momentos que ponen a prueba sus capacidades, su voluntad. Hay veces que la vida se hace tan dura que ni ella misma se soporta, tan amarga que un limón podrido sería como una fresa recién cogida del arbusto. Hay días en los que la cama parece el mejor refugio en el que pasar las horas, en los que el mundo se convierte en un lugar tan grande y uno en algo tan pequeño que la insignificancia cobra forma en uno mismo. Hay momentos en los problemas parecen querer venir todos juntos, cuando en realidad nosotros los llamamos en cuanto aparece uno. Hay tantos y tantos instantes en los que la vida nos pone a prueba, nos reta y nos hace llorar, fuerza nuestro alma hasta escucharla gritar, buscando que suplique que ya no puede más. En esos momentos, uno debe mirar al frente, levantar la cabeza con orgullo y dejar de lamerse las heridas para poner la carne al descubierto pidiendo más. Cuando las dificultades se ponen una detrás de otra, en fila india, hay que buscar la voluntad hasta debajo de las piedras, entre la tierra o en el cielo, y plantarse cara a cara con ellas. Y tras todos esos momentos hay grandes recompensas, aunque sólo sea por el mero hecho de haber gritado con rabia lo que uno ama la vida, aunque sea por la simple demostración de esfuerzo y pasión por lo que el latir del corazón supone, por lo que se esconde tras cada uno de los amaneceres que se suceden en la interminable travesía que empieza con un estruendoso llanto y termina con un suspiro. Y en cada uno de esos momentos, uno debe ser consciente de lo que tiene que hacer y querer hacerlo con toda su alma. Nunca intentes nada, habrás fracasado antes de empezar. Hay cosas que son increíbles y sólo imaginarlas ya es una maravilla... maravillosamente dolorosa. Hoy, el dolor importa menos, los sueños pesan más. If in doubt, flat out.
PD: Dedicado a Bu.
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