oxígeno me falte,
y allí ser tan feliz
que el oxígeno me sobre.
Mirarte de reojo y
dejar de pensar,
sentir que algo me
arrastra a la muerte cerebral
racional.
Ahogarme con los
hormigueos en las manos
por quererte agarrar
para no soltarte jamás.
Tocarte y descubrir
que la piel es mi
órgano preferido,
bueno, el segundo,
no vamos a mentir.
Vivir sin un plan,
solo por la aventura
de no saber qué
pasará mañana al despertar.
Escribir sin más,
amordazando al cerebro
y enredando el papel
entre mis venas y nervios,
dejando que mi cuerpo
decida que palabra va...
ahora.