miércoles, 9 de marzo de 2011
Jaque mate
En un suspiro sus recuerdos perecieron. El cielo se volvió negro y lloró, encharcando el suelo, ahogando las almas tristes de aquellos que permanecieron contemplando desolados como la vida se iba sin mirar atrás, sin decir adiós. Cuánto dejó por el camino, cuánto se llevó con él. En la tierra aún son visibles las huellas de cada paso, cada latido, cada momento que su corazón siguió el frenético baile de la vida sin pensarlo, sin cuestionarse el cómo ni el por qué, mientras la razón lo enmarañaba todo y lo convertía en un indescifrable enigma, en un ejercicio de lógica, en una partitura de interminables notas y silencios. Todos a su alrededor se esforzaron por esbozar una sonrisa, por borrar las lágrimas que emborronaban los mil y un cuadros que cada uno conservaba de tantos y tantos momentos. Todos sintieron cómo se desgarra el alma, como supura el dolor, como la muerte hiere sin piedad pero deja tras de si el alivio del amor, que sigue presente aun estando ausente los jugadores de esta larga pero perecedera partida de ajedrez. Aún resopla el rey derrotado mientras los peones se preparan para volver a la lucha.
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1 comentario:
No sabía yo que las piezas sintieran tanto
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