Sigue buscándose a si misma. Pero no se encuentra. Ha mirado debajo de las piedras, detrás de las cortinas, pero de ellas sólo han salido moscas perdidas deseosas de liberarse de su cárcel de hilo.
Y ya no sabe dónde mirar. De hecho, casi ya no sabe ni qué buscar. Abatida, se desploma en el sofá y cierra los ojos, quedando a merced de los sueños.
Hace frío, mucho frío, y algo de viento, que cada vez es más fuerte. Y cada vez más, hasta que le silba tan fuerte en los oídos que decide despertar. Y al abrir los ojos, el horror la consume. Su sofá está en el centro de un montón de escombros de lo que antes era su casa. El viento parece querer llevárselos consigo. Ella, asustada, se aferra a lo único que le queda, al dolor de la pérdida, pues eso le hace sentir que alguna vez tuvo algo. Cuantas más tablas de madera intenta acumular en su sofá, más se astillan sus manos, y más enfurecido el viento aulla. Al final, el agotamiento puede, y se deja a merced del tiempo. El mar ruge, grandes olas batallan por ser la más grande, por ser la más temible, y en su batallar, salpican su rostro. Entre tanta lucha, ella se sienta resignada a contemplar lo inevitable. Y tanta es su calma, que el cielo se contagia y entre las nubes se cuela un intenso rayo. Las olas se amansan y el viento se cansa de tanto soplar. Contenta, se echa en el sofá, disfrutando del sol y del olor a madera y sal.
Al despertar, su casa está donde siempre, y en el centro su sofá. Pero ya no busca nada porque lo acaba de encontrar. Tanto buscar bajo rocas y entre cortinas y se encontró al soñar. Fuera, las gaviotas planean en silencio, pues no la quieren despertar, buscando una sardina descuidada que se asome a curiosear.
1 comentario:
Y se encontró al soñar... Y cuando uno se encuentra, encuentra todo lo demás... Fácil es buscar; fácil no encontrar... Pero cuando la búsqueda es sincera no puede no ser definitiva.
Maravilloso texto, hijo. Gracias por compartirlo. Te quiero.
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