viernes, 10 de junio de 2011
Por ti y por mi, por todos mis compañeros
Estoy intentando entenderte, pero, ¡qué dificil eres! Dime una sola razón por la que no deba abandonarte ahora mismo, por la que no deba alzar la vista al frente y darte la espalda para siempre. Eres tan escurridiza, tan tú, que me desconciertas a cada paso que das. La terquedad brilla en cada uno de tus cabellos, la picaresca se deja entrever en tus ojos. Y aún así, aquí me tienes, esperándote a la par que tú caminas con aire socarrón por los límites de mi paciencia, siempre en la linea, haciendo malabarismos con la tragedia. Ya no confio en ti, y sin embargo admiro cada uno de tus movimientos, desmontándolos en piezas para recrearlos en mi mente y saber qué harás después, aunque no sirva de nada porque nunca haces lo que espero; aún bebo de tus palabras y tus ideas, y sigo con la vista allá donde señala de forma acuciante tu dedo, momento en el que tú aprovechas para, entre risas, quitarme una cucharada de mi helado. Cómo te detesto, cómo me atas a ti de forma incorruptible, ¿cómo te sigo queriendo después de todo? En algún momento acabarás conmigo y te diré adiós con tristes lágrimas de enfado en los ojos. Mientras, seguirás jugando al escondite conmigo. Por ti y por mi, por todos mis compañeros. Por nadie más. Te pillé.
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