domingo, 20 de noviembre de 2011
Sentarse a esperarse
Y llegó el momento en el que los golpes ya no duelen, ese momento en el que un bache más o uno menos ya no importan cuando tienes los pies rotos de dar patadas a las piedras; cuando la lluvia o el viento ya no importan porque no hay motivo del que preocuparse. Y en ese momento sólo tienes la opción de seguir el camino con tus pies rotos, con la ropa mojada y el alma en stand by, ese instante en el que hay que intentar mover como sea una roca inamovible que se ha anclado al fondo del mar donde ha encontrado la paz entre las lágrimas de los peces que ya no se pueden notar. También puedes rendirte, pero eso es algo que no se elige, simplemente, sucede.
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1 comentario:
En esos momentos es cuando debemos ver la ténue luz al final del túnel, porque aunque no la veamos está. Debemos aferrarnos a los pocos momentos de felicidad y vivirlos como si fuesen únicos. La palabra rendirse debería borrarse de la RAE.
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