Me irrita el alma,
las palabras que se quedan
atrapadas en mi garganta.
Me hierve la sangre,
Me hiela las venas,
cada sonrisa que viene
pero al final no se queda.
Los latidos van,
los suspiros vienen,
pero los "te quiero" no salen
aunque dentro se sienten.
Pero dentro se ahogan
y fuera se pierden,
y en el alma se agotan
de gritarse y perderse.
A la orilla del mar,
al borde de su existencia,
espero ansioso, busco receloso,
la valentía que me libre de mi pesar.
Entre el murmullo de las olas,
y el del viento entre las rocas,
así como en cada grano de arena
y en cada gota del mar,
hay un beso aguardando poderse liberar.
Entre los quejidos del corazón
y los pliegues del alma,
hay tantos "te quiero" bordados
como razones hay para no dártelos.
Pero de los sueños de la razón
nunca surgirá nada,
porque la razón no sueña
sino que se enfada
porque el día acaba sin las respuestas que buscaba.
Del letargo del alma,
que nunca es letargo,
del descanso del corazón,
que nunca descansa,
nace el ferviente deseo
de atraparte en mis brazos
hasta que escuches del primero al último
los "te quiero" que tanto me guardo.
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