De la nada aparece,
en la nada se desvanece:
la esperanza en sus zapatos,
la muerte en mis manos.
De azul tiñe el alma,
de negro el corazón:
enorme vacío, hiriente calma,
agitan el trastero de la razón.
Así, batiendo las alas,
la mariposa se hace rosa,
y en cada batida clava
una espina venenosa.
Y el mundo se cae,
se desmorona,
y en la noche se oye
una voz tristona.
Un lamento, un suspiro,
un deseo de libertad,
que destroza sin querer
y también sin compasión.
Vuelve y no está,
de la nada aparece,
en la nada se desvanece.
Triste y aletargado
el corazón desolado
se pregunta si volverá a amar.
Si en la nada
encontrará el valor
de luchar por su libertad.
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