De cara al horizonte: Caminante no hay camino

lunes, 12 de octubre de 2009

Caminante no hay camino

Las lágrimas querían brotar, delatadoras, pero Pablo las encerró en contra de su voluntad. No era la primera vez que Pablo miraba atrás, echando un último vistazo a todo y a todos los que le rodeaban, intentando retener una imagen perfecta, como si de una fotografía se tratase. Un retrato que regresaría a su mente en las noches en vela en las que añoraría todos aquellos recuerdos, recuerdos que evocaría una y otra vez hasta el agotamiento, cuando el cansancio venciera a la morriña y sus pensamientos se perdieran en la fría oscuridad de la noche. Pablo dejaba, otra vez, todo atrás para empezar de nuevo, para adentrarse en una nueva aventura. Se sentía como una gallina ciega a la que desorientan una y otra vez después de que con esfuerzo consigue encontrar el norte. Abandonarlo todo, volver a crecer en otro lugar. Su corazón y su alma comenzaban a hacerse de hierro a base de bien. Pero dentro de la melancolía y el miedo a volar solo de nuevo, Pablo sentía que, otra vez más, la vida cambiaba, su vida cambiaba, él cambiaba su destino. Sabía que era una nueva oportunidad para aprender, explorar, continuar el viaje de forma distinta, llenando poco a poco el saco de experiencias que, llegado el momento le brindarán la satisfacción del esfuerzo y la voluntad, el ímpetu y la fuerza. Dentro de la tristeza Pablo se sentía afortunado. Para bien o para mal su vida cambiaba, su destino tomaba un rumbo distinto, que correcto o no, le hacía sentir vivo. Mejor es poder tomar el timón del barco y decidir la ruta, la del éxito o la del fracaso, ambas buenas al fin y al cabo, que dejar la vida pasar sin pena ni gloria, como una rosa a la orilla de un río, mientras el tiempo le arrebata segundos de una existencia inexistente, hasta que irremediablemente se marchita y se muere sin llegar nunca a ser consciente de que hubo un tiempo en el que disfrutó de la magia de vivir. Una vez más, Pablo miró atrás, fijó su vista en el horizonte, agarró sus maletas y comenzó a caminar. "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".

La vida es para quien la vive.

3 comentarios:

Recuerdos olvidados dijo...

Angel me alegro de que por fin hayas vencido la tristeza esa que te producia cambiar de aires, que aun sabiendo que has finalizado una etapa y no es que te hiciera mucha ilusion guardarla, ahora tienes otra con muchas paginas en blanco que rellenar todavía y como Pablo y como tú hay que vivir y disfrutar aunque no apetezca algún día, que aún tenemos muchos finales por empezar y muchos caminos que hacer :)

Tau dijo...

Precioso post. Muy positivo y en la onda de como hay que encarar los retos: con determinación y la mirada al frente, pero sin expectativas de ningún tipo... Como dicen los hermosos versos de Antonio Machado "no hay camino, se hace camino al andar"; lo que dicho de otra forma viene a contarnos que cualquier camino puede ser "el camino", siempre que sea aquel por el que transiten nuestros pasos...
Fuerza y para adelante.
Un beso guapo.

Recuerdos olvidados dijo...

algun día, tal vez cuando vuelvas de la capital jajaja pero antes tendrás que intentar adivinar