jueves, 21 de enero de 2010
A punto de embarcar
Y se despidió. Se vió a sí mismo alzando la mano y observando con tristeza cómo el barco zarpaba, lentamente alejandose del puerto. Y sintió cómo atrás dejaba sueños, esperanzas, proyectos. Un jarro de agua fría, fría como el día, como la mañana de la despedida, cubierta de nubes de azúcar caducadas, grises y sucias, aireadas por el viento soncón que quiso hacerse pasar por ligera brisa. Triste, desoladora, incierta, blanca estampa. El barco se alejó cada vez más deprisa, huyendo angustiosamente de las cuerdas que lo ataron a tierra. Y al darse la vuelta, miró hacia la proa. Y las nubes de azúcar se convirtieron en negras, el viento se quitó el disfraz y rugió con fuerza. Pero al avanzar, al lado del timón, se encontró con pintura rosa y azúcar de cáñamo para la nube, y un chubasquero para el viento y la lluvia, que comenzaban a arreciar. Una ola de fría sal lo cubrió todo, y sudoroso, se despertó, volviendo a la realidad. Las nubes aún eran grises, y el comienzo del camino estaba a un paso. Y se vió a si mismo ante el barco que iba a tomar, como el pintor que sueña una pintura, como el mentiroso que huye de la verdad. Se encontraron de sopetón, él y el barco. Tembloroso enfiló la pasarela de embarque con las maletas llenas de moho y un trapo en los bolsillos. Y al poner el primer pie en la madera húmeda pero resistente, supo que la batalla estaba perdida, pero la guerra aún estaba abierta.
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2 comentarios:
ei Angel, este me gusta mucho.
Lo de las nubes caducadas,y lo de como un pintor que sueña con su pintura...
Está genial :)
por cierto, ya he vuelto de suecia, ha sido genial, da miedo ver la ventaja que nos llevan.
un beso!
Genial la parte de las nubes
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