martes, 13 de septiembre de 2011
El secreto de las sábanas
Las noches son para dormir, no para estar despierto. Y por eso se enoja a la Luna, que se enfada al ver que todos se van cuando ella llega. Pero, noche tras noche, siempre hay alguien que la acompaña. Un grupo de adolescentes que busca diversión en el fondo de botellas de alcohol barato; un solitario treintañero que pretende hallar en ellas el amor que no encuentra, que quizás encontraría si apartara la vista del posavasos y clavara la mirada en la camarera que todas las tardes repasa mentalmente las palabras con las que engatusarle y que se hielan al verle entrar, que se derriten en las copas que le sirve. Noche tras noche, la Luna disfruta de la presencia de cientos y cientos de personas, que en la oscuridad buscan tapar los recuerdos que durante el día no consiguen olvidar. Cientos y miles de caras, de ojeras moradas que al día siguiente originan sospechas y rumores allá por donde van. Tantas y tantas almas insomnes que no encuentran consuelo entre las sábanas de su cama, a quienes el canto de las sirenas no adormece, sino que atormenta. Pensamientos que fluyen, pesadillas que esperan agazapadas bajo la almohada, esperando que aquellos incautos que ceden ante el peso de los párpados apoyen sus cabezas y abran el corazón a sus más horribles temores. Preguntas sin respuesta, respuestas que buscan preguntas a las que responder. La noche es un territorio extraño en el que uno puede encontrarse lo mejor, disfrutar de los más dulces momentos, de fantasías oníricas sin límites ni explicación, de sufrimiento sin razón. La noche es el momento para aquellos que dudan, los que aman, los que piensan demasiado, aquellos que sufren, que disfrutan, quienes creen que el día es demasiado corto y sus ocupaciones demasiado apremiante. Es el momento para que todos ellos busquen aquello que anhelan, es el instante en el que se dan cuenta de que deberían estar durmiendo, dejando que sus deseos más censurables salgan de la cárcel que la inteligencia les ha impuesto para resolver los desaguisados que la razón ha causado. Y eso lo sabe la Luna, pero no se lo dice a nadie, ni siquiera a las estrellas. No quiere que descubran el secreto de las sábanas y todos se echen a dormir, dejándola a ella sola en medio de tantos planetas que la miran con recelo por ser tan pequeña y bella.
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1 comentario:
Qué largas esas noches de insomnio en compañía de la luna a causa de los nervios o de algo que nos atormenta.
Un escrito muy bonito.
Canción: La valse des monstres - Yann Tiersen
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