sábado, 7 de enero de 2012
Labrando un destino
Y a lo largo del día encontró, mirando al suelo, el reflejo del cielo. Y
es que entre las baldosas no se esconden las respuestas, tampoco en el
cielo, pero en él vuelan las esperanzas. Nadie dice que sea sencillo
pillarlas al vuelo, nadie asegura que no se vaya a sufrir. En el suelo
no hallarás dolor, tampoco felicidad ni alegría. La indiferencia y la
autocompasión lo inundan todo, sin fuerza suficiente para erguirse y
elevarse hasta ser visibles. Se convierten en un susurro, en el
relajante sonido de la lluvia fina, fina como las lágrimas que cubren el
rostro. En el cielo están todos aquellos que tienen un por qué, ya sea
para bien o para mal. Nadie dice que sea mejor levantar la cabeza que
agacharla, a Roma se puede ir por muchos caminos. Caminante no hay
camino, se hace el camino al andar, pero elige bien el terreno en el que
tu destino quieres labrar. Y bajo las estrellas deja que los sueños te
desvelen los más profundos anhelos de tu corazón, aquellos que nunca te
engañarán.
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