De cara al horizonte: Temeroso y temible

viernes, 4 de febrero de 2011

Temeroso y temible

Después de tanto tiempo decidió que sería la última vez, aquella sería la última tarde que pasarían a solas mientras se mentía todo el tiempo. Así, después de comer, fueron juntos a dar un paseo, recorriendo los otoñales paseos repletos de árboles alopécicos, caminando entre farolas a medio encender o medio apagar, según se quiera ver. Disfrutó de cada paso, se regodeó en su dulce mentira y dejó volar su imaginación hasta límites insospechados. En los momentos adecuados se sentó de frente, en otros a su lado. La noche surgió de la nada, los créditos hicieron su aparición con los nombres de los protagonistas en grandes letras blancas y ruidosas, y entre estrellas y luces de neón, volvieron al lugar de donde todo surgió. Cada paso era un segundo menos hacia el fin, un segundo más desde que todo empezara con aquel furtivo saludo. Se acostó con una sonrisa en la boca, con una lágrima en su mejilla. Y al despertar, la sonrisa había desaparecido, pero la lágrima seguía en su lugar, dejando un brillante surco a la luz del sol. Así fue como se dió cuenta de que nunca sería capaz de olvidar, que tendría que volver a vivir con su mentira, consciente de que algún día se derrumbaría como un castillo de naipes, vulnerable y maravillosamente temeroso y temible. Las cosas del corazón, la razón no las entiende. O no las quiere entender.

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