De cara al horizonte: La mudanza desastrosa

miércoles, 26 de enero de 2011

La mudanza desastrosa

Daba vueltas y más vueltas, y con tanto moverse se mareó. Avanzó tambaleante hasta sentarse en el banco, sintiendo como el helado de fresa, nata y chocolate bailaba un rock'n'roll en su estómago de forma tan alocada que parecía que se iba a salir de la pista. ¿Y qué más daba? ¿No había sentido ya acaso el placer de tan delicioso sabor en su paladar? Entre tanta vuelta la vida se volvió en una experiencia vertiginosamente borrosa, alocadamente divertida y adictiva. Los recuerdos rebosaban, venían de aquí para allá y se mezclaban, dando lugar a la alegría, la tristeza, la emoción... Y al sentarse sintió como todo desaparecía dejando un recuerdo extraño en la boca, como una pipa podrida o un vaso de leche ligeramente caducada. Durante unos momentos pensó en lo que no hizo, en lo que no dijo, en lo que no debería haber hecho jamás y en lo que debería haberse callado. De repente, alguien llegó y se sentó a su lado. Le sonrió con malicia y perspicacia y se levantó. Y al hacerlo comenzó a llevarse con él los tesoros que había guardado con tanto cariño. De forma disimulada pero demasiado llamativa ,el tiempo empezó a tirar de la cuerda que unía todos sus recuerdos, llevándoselos lejos, arrastrándolos al olvido. Él se levantó y suplicó, tiró, arañó el suelo y se desgañitó gritando y llorando. Pero era inútil. Entonces lo comprendió: le dio la espalda al tiempo y comenzó a crear recuerdos de la nada y a atarlos con la misma cuerda, más rápido e intensamente de lo que el tiempo podía imaginar. Y así, uno de espaldas al otro, por un lado engullendo, por otro cocinando. Cocinando su vida, su destino, su historia. La historia de un hombre que amó, sufrió, aprendió e imaginó tantas cosas entre cuatro paredes grisas con intensas manchas de colores chillones. La historia de alguien que con una mano dice adiós y con la otra repasa el sendero a seguir en este tortuoso camino que es la vida, mientras de cara al horizonte espera que el viento seque las lágrimas que la tristeza y la felicidad arrojan por sus ojos como dos mozos de mudanza patosos.

Gracias a Alicia por el taller de literatura. Como dice el refrán, lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Gracias a Ana por leer incansable todo lo que escribo y sus innumerables consejos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué estilazo, ¿te lo he dicho alguna vez?
Si entendiese algo, mejor; que mi interpretación va a su bolo... jeje.

Ana Vázquez dijo...

Gracias a ti, por todo este tiempo aquí, yo sí que he disfrutado. No va a ser lo mismo leerte si estás tan lejos. ¿Cómo vamos a comentar? Espero que te vaya genial, porque TE LO MERECES y los consejos, ya sabes, seguirán siendo y estando en Gijón cuando tú quieras.

Te deseo lo mejor.
:)