Hubo un día en el que Jules no sabía qué hacer ya. Había llegado a un lugar que no le era nada familiar y al mismo tiempo, era más de lo mismo. Siempre las mismas rocas, las mismas pequeñas y puntiagudas rocas que se le metían en sus llamativos zapatos, que sacaba una y otra vez y, sin saber cómo, volvían a entrar. El mismo sendero de tierra amarillenta que discurría bajo la atenta e implacable mirada del Sol, Lorenzo para sus amigos, y en el que a veces, y sólo a veces, había un suspiro bajo la sombra de un árbol. Jules no podía más, avanzaba con parsimonia pero sin ganas, un movimiento fruto de la inercia. El camino que había iniciado meses atrás, cuando hacía tanto frío que ni la lluvia se atrevía a aparecer, era francamente duro. Tantas veces había avanzado embargado de alegría al ver que llegaba a la cima... y tantas otras llegó y se encontró con una nueva cuesta. Y tantas y tantas veces había pasado ya, que al coronar esta loma se sentó abatido. Sabía que tenía que seguir, pero necesitaba como el agua que en algún momento, en algún lugar, el camino le diera alguna facilidad. Tan sólo pedía algo de alivio que le hiciera más fácil avanzar. Estando sentado, con Lorenzo en el cielo presenciando la escena, comenzó a escuchar unos pasos tras de sí. Con recelo, giró la cabeza y vio aparecer, poco a poco, la figura de otro hombre. La luz no le dejaba apenas ver nada, pero lo primero que vio de él fue una gran sonrisa de lado a lado. Poco a poco se acercó, con paso lento pero decidido, y al llegar a su altura, le tendió la mano. Jules, con timidez, se la dio y el desconocido tiró con fuerza de él para levantarle. Sin un "hola", ni siquiera una presentación, el desconocido le dijo a viva voz:
- ¡Hakuna Matata!
Y con el mismo paso lento pero decidido, prosiguió con su camino. En ese instante, Jules lo vio todo con infinita claridad. Durante unos segundos, comprendió que no hay mejor esfuerzo que la voluntad de luchar, que no hay mayor recompensa que la felicidad que ésta da, y que nunca la voluntad desaparece, ni aunque el mismísimo Mefistófeles pretenda echarla abajo con toda su determinación, si hay alguien acompañando para soportarla cuando esta empiece a flaquear.
Ambos siguieron camino arriba, subiendo al eterna loma en busca de la felicidad. De vez en cuando se escucha una estridente voz que en medio de la nada grita: Don't worry, be happy!
Dedicado a Nozop, una de esas personas que uno conoce sólo de vez en cuando, siempre lleno de buenas intenciones y que siempre algo te puede enseñar.
jueves, 24 de mayo de 2012
martes, 22 de mayo de 2012
Un lugar para descansar
Vuelve a nacer,
de la nada viene
y a la nada va.
Y al perecer,
nadie sabe por qué
vino ni se fue.
Y si hubiera un porqué,
no habría un qué,
ni habría lágrimas por sonrisas.
Y si hay un qué
no hay que buscarle un porqué,
porque al corazón no le interesa
y la razón no lo sabe ver.
De tanto enlazar,
se enlazó el propio amor
que enredó la pasión con la locura
y jamás nadie deshizo la unión.
No hay qué sin porqué,
no hay porqué para el qué,
no hay razón para el amor
no hay amor para la razón.
Las nubes vienen,
las nubes van,
el aire pasa
y no se quiere quedar.
El corazón late,
el corazón late,
el corazón no descansa
hasta no ver el final.
No hay rosas suficientes
que lo puedan frenar,
pero hay espinas bastantes
como para poderlo martirizar.
No hay amores en el mundo
que se puedan comparar
a la pasión que inspiro al despertar
y aprisiono hasta mis ojos cerrar;
mientras mis pulmones gritan
que les deje respirar,
mientras mi alma suplica
que mis ojos no vuelva a cerrar;
mientras mi corazón retumba en el pecho
en muchos pechos
esperando encontrar en el tuyo
un lugar para descansar.
miércoles, 16 de mayo de 2012
Pasionalmente esquizofrénico
- ¡Párate!
Esa repentina rotura de su caótico silencio intrapersonal fue tan brusca e inesperada que casi tropieza y se cae. De repente, la realidad se hizo presente, como si acabara de despertar de un trance. Avanzaba tan rápido que aperas era consciente de su propia respiración. El latido de su corazón marcaba el ritmo de sus pasos que cada vez eran más rápidos intentando seguir el estruendoso palpitar de su corazón, el cual latía más y más rápido intentando seguir el ritmo de los pasos: un círculo vicioso y sin un fin, con un solo propósito: vivir.
Y una vez detuvo su frenético paso, su mente recobró la consciencia visual y sonora. Era de noche, tan de noche que ni las estrellas se atrevían a asomarse al cielo, tan sólo la Luna en su condición de señora mayor osaba aportar algo de luz a la densa oscuridad. Y sus tenues pero anormalmente bellos reflejos iluminaban una rocosa playa que se extendía a su alrededor y a la cual el mar enfurecido llegaba rugiendo con rabia , echando espuma por la boca en forma de miles y miles de olas. La luz brillaba en ellas y le otorgaba una extraña magia a aquel hermoso y fantasmagórico lugar. Y allí estaba, por fin consciente de su corazón, de su respiración y del lugar a donde los pies le habían llevado, cuando recordó la voz. A su alrededor no había nadie.
- ¿Quién eres?-, preguntó aún con la respiración entrecortada y casi sin aliento.
- ¿Y eso qué más da? Sólo quiero hablar contigo.
- ¿Conmigo? ¿De qué?
- De ti. Quiero que dejes de hacerme sufrir.
La situación se volvía esperpéntica por momentos.
- ¿Que deje de qué...?
- ¡De hacerme sufrir! -contestó casi sollozando.
- Pero, ¡dime quién eres!-, le respondió molesto.
- Eres un necio.
- ¡Quién eres!-, rugió con todas sus fuerzas.
- Soy tú, maldito ignorante. Eres tan egocéntrico que ya no te reconoces ni a ti mismo.
Nada tenía sentido pero, ¿qué es la vida sino el mayor de los sinsentidos? Aunque tenía tentaciones de cerrar los ojos y volver a caminar tan rápido como sus piernas le permitieran, decidió ver dónde acababa todo aquello. Después de todo era muy propio de él tocar las narices en los momentos más inoportunos, aunque siempre con buena intención.
- ¿Por qué te hago daño?
Durante unos instantes lo único que se oyó fue el murmullo escandaloso del mar, acompañado por el de la brisa. La verdad siempre se toma su tiempo para salir a la luz, aunque sea a la de una solitaria Luna.
Se oyó un profundo suspiro, tan hondo que parecía que se iba a tragar el universo entero. Después, comenzó a hablar, al principio con congoja: los nudos se acumulaban en su garganta yle costaba decir dos palabras seguidas.
- Es... estoy... cansado.
Y aunque no podía verlo casi podía notar que en algún sitio, en algún lugar, una lágrima acababa de brotar, conteniendo tanta amargura que ni siquiera la Luna podía hacerla brillar.
- Estoy agotando... no puedo más, ¡no puedo más! ¡Tienes que dejar de ser tan insensato! Estoy harto de que hagas latir tan fuerte al corazón, tan rápido, para que luego no sirva de nada. ¡Deja de enamorarte! Es imposible, pero por lo menos no le des alas, ¡algún día nos vas a matar! Siempre, siempre haces lo mismo. PRimero lo niegas, pero en realidad te hierven las venas cuando notas siquiera su presencia cerca de ti, ni qué decir cuando no te habla o te sonríe... Y, por fin, cuando te das cuenta... ¡no paras! Al contrario, ¡te vuelves más loco todavía! De repente, ya no existe ni el tiempo, ni el espacio, ni tan siquiera tú. En cada instante entregarías tu propia vida, te arrancarías el corazón por ella.
- ¿Y para qué lo quiero si no? ¡Para qué quiero vivir entonces!-, contestó enfurecido por su estúpido razonamiento.
- ¡Yo también quiero vivir, maldito egocéntrico!
- ¡Tú no eres nadie!
- ¡Yo soy tú, estúpido! ¡Más racional y sensato, pero tú al fin y al cabo! Y estoy cansado de que quieras lo imposible, cada vez que lo intentas y fracasas me hundes un poco más.
- Yo no lo intento, ¡lo hago! Intentarlo es de cobardes, hago lo que tengo que hacer para ser feliz, otra cosa es que a veces lo que haga no salga bien. ¡Pero lucho! Y no me arrepiento de ninguno de los "fracasos" como tú los llamas, simplemente continúo hacia adelante.
- ¿Es que no te das cuenta de que si no te llego a detener ahora mismo estarías ahogándote ahí dentro?-, gritó refiriéndose a las olas que delante de él se peleaban a muerte para morir todas en la orilla. Sin embargo, él estaba convencido de que todo iría bien.
- Nunca lo entenderás, -le dijo con resignación-, si por ti fuera nunca me levantaría del suelo cada vez que me caigo.
- Si por mi fuera quizás no te caerías.
- Puede, pero eso significaría que no estoy caminando. Quiero luchar, llorar, gritar, correr, nadar, seer feliz... quiero vivir. Y sé que me caeré muchas veces, pero incluso en el suelo llegaré a contemplar cosas que otros nunca jamás verán. Y cuando me levante, estaré cansado y puede que dolorido, incluso a veces pensaré en no levantarme. Pero cuando lo haga, tendré tanta hambre que me comeré el mundo de un sólo bocado.
- ¡Hay cosas que son imposibles!-, le contestó tercamente su yo racional.
- Pero sólo imaginarlas ya es una maravilla-, le respondió él.
- Maravillosamente dolorosa-, le replicó de nuevo con melancolía.
- Creo que me arriesgaré.
Y, sin más, echó a correr hacia el mar. Las olas y la oscuridad dieron buena cuenta de él, visualmente hablando, claro, pero su espíritu brilla más que todas las estrellas de la noche.
Esa repentina rotura de su caótico silencio intrapersonal fue tan brusca e inesperada que casi tropieza y se cae. De repente, la realidad se hizo presente, como si acabara de despertar de un trance. Avanzaba tan rápido que aperas era consciente de su propia respiración. El latido de su corazón marcaba el ritmo de sus pasos que cada vez eran más rápidos intentando seguir el estruendoso palpitar de su corazón, el cual latía más y más rápido intentando seguir el ritmo de los pasos: un círculo vicioso y sin un fin, con un solo propósito: vivir.
Y una vez detuvo su frenético paso, su mente recobró la consciencia visual y sonora. Era de noche, tan de noche que ni las estrellas se atrevían a asomarse al cielo, tan sólo la Luna en su condición de señora mayor osaba aportar algo de luz a la densa oscuridad. Y sus tenues pero anormalmente bellos reflejos iluminaban una rocosa playa que se extendía a su alrededor y a la cual el mar enfurecido llegaba rugiendo con rabia , echando espuma por la boca en forma de miles y miles de olas. La luz brillaba en ellas y le otorgaba una extraña magia a aquel hermoso y fantasmagórico lugar. Y allí estaba, por fin consciente de su corazón, de su respiración y del lugar a donde los pies le habían llevado, cuando recordó la voz. A su alrededor no había nadie.
- ¿Quién eres?-, preguntó aún con la respiración entrecortada y casi sin aliento.
- ¿Y eso qué más da? Sólo quiero hablar contigo.
- ¿Conmigo? ¿De qué?
- De ti. Quiero que dejes de hacerme sufrir.
La situación se volvía esperpéntica por momentos.
- ¿Que deje de qué...?
- ¡De hacerme sufrir! -contestó casi sollozando.
- Pero, ¡dime quién eres!-, le respondió molesto.
- Eres un necio.
- ¡Quién eres!-, rugió con todas sus fuerzas.
- Soy tú, maldito ignorante. Eres tan egocéntrico que ya no te reconoces ni a ti mismo.
Nada tenía sentido pero, ¿qué es la vida sino el mayor de los sinsentidos? Aunque tenía tentaciones de cerrar los ojos y volver a caminar tan rápido como sus piernas le permitieran, decidió ver dónde acababa todo aquello. Después de todo era muy propio de él tocar las narices en los momentos más inoportunos, aunque siempre con buena intención.
- ¿Por qué te hago daño?
Durante unos instantes lo único que se oyó fue el murmullo escandaloso del mar, acompañado por el de la brisa. La verdad siempre se toma su tiempo para salir a la luz, aunque sea a la de una solitaria Luna.
Se oyó un profundo suspiro, tan hondo que parecía que se iba a tragar el universo entero. Después, comenzó a hablar, al principio con congoja: los nudos se acumulaban en su garganta yle costaba decir dos palabras seguidas.
- Es... estoy... cansado.
Y aunque no podía verlo casi podía notar que en algún sitio, en algún lugar, una lágrima acababa de brotar, conteniendo tanta amargura que ni siquiera la Luna podía hacerla brillar.
- Estoy agotando... no puedo más, ¡no puedo más! ¡Tienes que dejar de ser tan insensato! Estoy harto de que hagas latir tan fuerte al corazón, tan rápido, para que luego no sirva de nada. ¡Deja de enamorarte! Es imposible, pero por lo menos no le des alas, ¡algún día nos vas a matar! Siempre, siempre haces lo mismo. PRimero lo niegas, pero en realidad te hierven las venas cuando notas siquiera su presencia cerca de ti, ni qué decir cuando no te habla o te sonríe... Y, por fin, cuando te das cuenta... ¡no paras! Al contrario, ¡te vuelves más loco todavía! De repente, ya no existe ni el tiempo, ni el espacio, ni tan siquiera tú. En cada instante entregarías tu propia vida, te arrancarías el corazón por ella.
- ¿Y para qué lo quiero si no? ¡Para qué quiero vivir entonces!-, contestó enfurecido por su estúpido razonamiento.
- ¡Yo también quiero vivir, maldito egocéntrico!
- ¡Tú no eres nadie!
- ¡Yo soy tú, estúpido! ¡Más racional y sensato, pero tú al fin y al cabo! Y estoy cansado de que quieras lo imposible, cada vez que lo intentas y fracasas me hundes un poco más.
- Yo no lo intento, ¡lo hago! Intentarlo es de cobardes, hago lo que tengo que hacer para ser feliz, otra cosa es que a veces lo que haga no salga bien. ¡Pero lucho! Y no me arrepiento de ninguno de los "fracasos" como tú los llamas, simplemente continúo hacia adelante.
- ¿Es que no te das cuenta de que si no te llego a detener ahora mismo estarías ahogándote ahí dentro?-, gritó refiriéndose a las olas que delante de él se peleaban a muerte para morir todas en la orilla. Sin embargo, él estaba convencido de que todo iría bien.
- Nunca lo entenderás, -le dijo con resignación-, si por ti fuera nunca me levantaría del suelo cada vez que me caigo.
- Si por mi fuera quizás no te caerías.
- Puede, pero eso significaría que no estoy caminando. Quiero luchar, llorar, gritar, correr, nadar, seer feliz... quiero vivir. Y sé que me caeré muchas veces, pero incluso en el suelo llegaré a contemplar cosas que otros nunca jamás verán. Y cuando me levante, estaré cansado y puede que dolorido, incluso a veces pensaré en no levantarme. Pero cuando lo haga, tendré tanta hambre que me comeré el mundo de un sólo bocado.
- ¡Hay cosas que son imposibles!-, le contestó tercamente su yo racional.
- Pero sólo imaginarlas ya es una maravilla-, le respondió él.
- Maravillosamente dolorosa-, le replicó de nuevo con melancolía.
- Creo que me arriesgaré.
Y, sin más, echó a correr hacia el mar. Las olas y la oscuridad dieron buena cuenta de él, visualmente hablando, claro, pero su espíritu brilla más que todas las estrellas de la noche.
lunes, 7 de mayo de 2012
La reconciliación de las pelusas
Un día llegó a tener tanto miedo que se quedó sentada al pie de la puerta de su habitación, abrazando las rodillas y empujándolas tan hondo como podía contra su pecho, casi hasta tocar el corazón. Se estaba enterrando a sí misma en su propio llanto, esparciendo por el suelo de la habitación una amargura tan amarga que hasta las pelusas huían despavoridas buscando un lugar en el que poderse refugiar. Pero aún así, entraba el sol resplandecía allá en el cielo con demasiada fuerza, pareciera que estuviese intentando llenar de felicidad la habitación, su habitación, esa en la que tanto ella había trabajado para llenar de melancólica tristeza. Con absurda indignación se levantó decidida y bajo la persiana hasta que ningún tenue rayo de luz osara colarse en su deprimido cuarto. Y así, volvió a abrazar sus rodillas con fuerza, como si fuera lo único que le quedara en el mundo, como si ni siquiera las pelusas de su cuarto estuvieran dispuestas a acercarse a ella. Entonces se dio cuenta de que por debajo de la puerta entraba aún algo de luz. Enfurecida, se volvió a levantar y buscó a tientas por la habitación algo con lo que tapar ese tenue intento de esperanzadora felicidad. Al final, cogió la almohada y la apretó tanto como pudo en el bajo de la puerta y la habitación quedó a oscuras y se volvió a sumir en su llanto y su tristeza... pero no estaba del todo oscura, aún podía distinguir algunos objetos en la oscuridad. Eso fue todo cuanto pudo su enorme orgullo soportar: con el alma inflamada de ira, se levantó y subió la persiana hasta arriba, abrió la ventana de par en par, así como la puerta y encendió todas las luces. La brisa del mar se coló en su cuarto y en su corazón, la luz del sol acarició sus brazos y su alma y se reflejó en el surco brillante que sus lágrimas habían dejado en su cara hasta que al final el surco desapareció y de él sólo quedo el bello brillo del alivio. Pasaron los segundos y los minutos, las horas y, quién sabe, quizás hasta los días. Y entonces se dio cuenta de lo fácil que era ser feliz y lo increíblemente complicado que era ahogarse en las penas, porque hay almas tan grandes e inmensas que nunca se llenan. Y allí se quedó, tirada en el suelo, rodeada de las pelusas con las que se había conseguido reconciliar, con las piernas bien estiradas y abrazada a la alegría de haber enviado al miedo allí donde ni el sol consigue llegar.
Dedicado a Cristina, para que tenga siempre la ventana bien abierta, que el Rinconín está muy cerca y la brisa siempre llega.
domingo, 6 de mayo de 2012
Premio Liebster
Con un poco de retraso, porque siempre me pasa lo mismo -"luego lo hago, luego lo hago..."-, pero al fin y al cabo aquí está. Cristina me ha dado el premio Liebster, un premio que sirve para dar mayor difusión a los blogs entre los usuarios. Te lo agradezco muchísimo y me ha hecho mucha ilusión. Una de las próximas entradas te la dedicaré.
Ahora me toca a mí premiar a cinco blogs con este premio:
- http://jimmyylos4.blogspot.com.es/
- http://poderynoquerer.blogspot.com.es/
- http://alu02diario.blogspot.com.es/
- http://nahahya1spirit.blogspot.com.es/
- http://lasmariposasvivasson.blogspot.com.es/
Ahora me toca a mí premiar a cinco blogs con este premio:
- http://jimmyylos4.blogspot.com.es/
- http://poderynoquerer.blogspot.com.es/
- http://alu02diario.blogspot.com.es/
- http://nahahya1spirit.blogspot.com.es/
- http://lasmariposasvivasson.blogspot.com.es/
Los blogger elegidos por mí deberán hacer lo siguiente:
1.- Copia y pega el
premio (el recuadro Liebster Blog) en tu blog, enlazándolo con el blog que te
lo ha otorgado a ti.
2.- Premia a tus 5
blog favoritos, de menos de 200 seguidores, y déjales un comentario para
informarles del Premio.
3.- Únete al blog
(hazte seguidor) y ayuda, compartiéndolo, para favorecer la difusión.
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