sábado, 6 de marzo de 2010
Sinsentidos
El alma se le cayó a los pies. Tan cansada estaba que buscó un recogedor para barrerla, como si fueran las migas de pan de la cena o un poco de arena dispersa. Sin piedad alguna, ni si quiera remordimiento, tiró a la basura los restos de su vida, cerrando la bolsa con ganas. Esperó toda la noche para ver pasar el camión de la basura, y con él su alma. Aun así bajó, abrió el contenedor, y se cercioró de que estaba bien vacío. Y al comprobarlo sintió que podía respirar en paz, mas no tenía alma para sentir la tranquilidad, ni tampoco la angustia que le producía no poder sentir la tranquilidad, ni si quiera la ansiedad producida por la angustia, asi como tampoco la impotencia, ni la desolación que venía detrás de ella. Su frágil existencia se rompió, llena de sinsentidos que no podía sentir y, súbitamente, desapareció. La tapa del contenedor se cerró cuando perdió el apoyo, y al hacerlo se quejó sonoramente emitiendo un gruñido hueco y aireado, algo maloliente. Las ratas de las alcantarillas no daban crédito a lo ocurrido, ni tampoco la luna que, asustada, fue menguando hasta desvanecerse en la noche. Un alma vaga entre desperdicios y desechos, esperando en vano ser reciclada.
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4 comentarios:
El mito de Fausto en tono contemporáneo. Demoledora. Negra y ácida como un lingotazo de petróleo.
Oye nene, ¿qué te han dado por los madriles? Este no es mi niño, ¡¡¡me lo han cambiado...!!!
Besos guapo. Cuídate ese humor y esa alma tuya que tan vieja y tan sabia parece.
Te quiero. Mami.
Juajuajuajua...
Un texto lleno con mucha carga emocional. ¡Madre mía! ¿Cómo estaría el alma de dolorida, para caer abatida en el suelo?
Negrura y sentimientos muy densos.
Muy bueno.
Un abrazo muy sereno para ti,
Naia
Pff...
Uff
Sí, definitvamente sentimientos muy espesos y fuertes. Otro buen escrito.
abrazos!
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