martes, 2 de marzo de 2010
El gato canta blues
Llegó tambaleándose, sin aire, sin ganas. Cuando no tuvo fuerzas para más, se dejó caer. Un colchón de hojas secas recogieron molestas su peso, lanzando quejidos resquebrajados que se perdieron en el silencio del lugar. Dios sabe cuánto tiempo pasó allí tirado, recogiendo el frío del aire y secando la humedad de las lágrimas tardías. Cómo decir cuándo y por qué, pero su alma comenzó a desnudarse poco a poco, como se desnuda una flor cuando abre sus pétalos, como se abre el cielo después de una tormenta, dejando paso al sol, que aparece tímidamente pidiendo disculpas susurrantes. El alma descubierta, las heridas al aire. La tierra silenciosa, esperando anhelante un cuerpo para alimentar sus criaturas. Los desechos cayeron por su propio peso, entremezclándose y confundiéndose con las hojas, desechos de otras criaturas. Las alegrías volaron al cielo, vaporizándose y escondiéndose entre las nubes. Recuerdos, tristezas, luces y sombras. Dolores punzantes, cicatrices rosadas y cubiertas, marcas de historias que el tiempo garabateó como una adolescente escribe en las cortezas de los árboles de un parque anochecido. Todo fue desapareciendo, lenta y paulatinamente. Todo se desvaneció, bueno o malo, dejando un rastro apenas perceptible a su paso. Y al final sólo quedó luz. Donde antes hubo un cuerpo, donde el alma se desnudó abandonando sus vergüenzas, ahora había un brillante punto de luz que permanecía encima de la hojarasca. Un punto de luz que brilló más y más, y tanto brilló, que absorbió toda la luz del lugar, que quedó sumida en la más absoluta oscuridad. Y la luz se hizo tan grande, y tanto resplandeció, que se expandió súbitamente, azotando las ramas de los árboles a su paso, haciendo temblar el suelo. Y de nuevo el día. Las nubes se hicieron tan blancas que se desvanecieron, y con ellas las alegrías pasadas. Una suave brisa barrió las hojas secas, y con ellas los desechos. Poco a poco, las hojas volaron de donde él permaneció en cuerpo y alma, de dónde surgió y desapareció la luz. Y en su lugar, dejaron al descubierto una hermosa planta verde esperanza, que comenzaba a brotar en el suelo. Y el todo volvió a la nada, y la nada se hizo todo. Un gato canta blues para dormir a la nueva criatura del bosque.
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3 comentarios:
y la nada se hizo todo, pero que vergüenza que da desnudar el alma, la luz a veces ciega.
un beso Ángel ^^
La divinidad ha de salir, lo pide a gritos...gracias a la compañía de un gato cantando un blues, la acompaña.
¡Precioso!
Un abrazo muy sereno con buenas vibraciones para ti,
Naia
Me gusta mcuho tu insignia naturalista, donde expresas y nos haces leer un texto muy bien empleado, me emocionan tus textos, a decir verdad.
Abrazos Angel.
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