De cara al horizonte: Un cortado, por favor.

viernes, 19 de febrero de 2010

Un cortado, por favor.

El cristal lloraba de risa observando cómo él, ingenuo e inocente, esperaba aún que apareciese, removiendo el aire de una taza vacía, que probablemente nunca se llenaría. Vacía, al igual que sus esperanzas, al igual que su vida, al igual que su alma. Y el cristal seguía llorando, y tanto se mofó de su desdicha, que las lágrimas se tiñeron de rojo, de rojo pasión, de pasión marchita, como se marchita una flor seca, mustia y olvidada por su dueño que un buen día, de buenas a primeras, dejó la regadera en el desván, dando cobijo entre sus recovecos a arañas y animales de todo tipo y tamaño. Y del rojo pasó al negro, negro oscuro y siniestro. La luz que un día iluminó sus vanos deseos se extinguió cansada de marcar un camino invisible que nunca atravesaría. La desilusión condujo a la tristeza, la tristeza a la resignación, la resignación a la locura. Y el cuervo del alféizar, aquel que pasó sin pedir permiso, se atrevió a mirar por el cristal, que aún lloraba desconsolado. Cuando se percató de haber sido descubierto, alzó el vuelo presuroso, temiendo ser protagonista de una historia ajena. Todo se volvió amargo, como el café que nunca se llegaría a tomar. Se levantó, dispuesto a dejar una taza blanca e impoluta sobre una mesa para dos. Entonces la puerta se abrío, chirriando, como en esas películas en las que alguien espera a otro con expectación, haciendo de un sonido agudo y desagradable, lo más importante sobre la faz de la tierra. Al fin apareció. El camarero llegó y pregunto:
- ¿Qué va a tomar?
- Un cortado, por favor.- respondió él sin pensárselo dos veces.

3 comentarios:

Naia Marlo dijo...

Cuando tu pensamiento, cuando tu corazón...se arropan en lo que dejamos de hacer, cierta melancolía se dibuja en nuestro rostro...suele pasar cuando esperas en la barra del bar, a que venga el camarero. Es un tiempo de silencio abstracto.

Bonito relato
Un abrazo muy sereno para ti,
Naia

Daniel Pérez Penagos dijo...

Muy buen relato.
Me compraste con lo de que no queria ser protagonista de una historia ajena.
Abrazos.

ÁFRICA dijo...

Yo, quiero un te con canela.
Un placer leerte.
Un saludo