De cara al horizonte: marzo 2012

sábado, 24 de marzo de 2012

Aunque sea sólo hoy

No me hagas caso, pero me rindo. No me escuches, pero ya me he cansado. Hasta yo sé que nunca lo haré, porque soy demasiado cabezón como para hacerlo, porque ya sé lo que significa no tener ganas de nada y no tener nada que hacer y no soy lo suficientemente tonto como para volver a caer... Pero soy lo suficientemente listo como para saber que hasta el animal más grande tiene en algún sitio cosquillas, aunque sus lágrimas no sean de risa. Cerrar los ojos sin pararse a llorar, cargando con todas las penas durante el largo camino no es la solución, y aunque lo intente llega el día en el que los pies pesan demasiado. Por eso, no preguntes ni tampoco me creas, pero hoy no quiero seguir, hoy y quizás mañana también, no sean mis días. Déjame rendirme, déjame soñar que ya no tengo ganas, para que cuando despierte no me quepan todas en el alma. Aunque sea sólo hoy, déjame estar triste, que la tristeza también tiene derecho a que se la escuche.

jueves, 22 de marzo de 2012

Si alguna vez te dijeron nunca, no lo escuchaste. Felicidades mamá.

Hace dos décadas que me diste la vida. Desde entonces, no ha faltado un día que no hayas dado parte de la tuya para que la mía sea mejor. Con mejor o peor resultado, a veces antes o después, pero siempre acabas por sacrificar todo cuanto puedes y no dudas un sólo instante en hacerlo si con ello nos sentimos mejor.
Ya he perdido la cuenta de las veces que la vida te ha dicho que no, pero tú le das la espalda y sigues. Si alguna vez te dijeron nunca, no lo escuchaste e insististe. Abrazas la vida con tanta fuerza que en ocasiones la estrujas y a lo lejos se escuchan sus quejidos. Eres incansable, inagotable, incombustible, imparable, y aunque a veces, como todos, porque eres un ser humano al fin y al cabo, te eches las manos a la cabeza y no sepas qué hacer, siempre acabas sacando la fuerza de donde no la hay para seguir luchando, inventándote las ganas si no las tienes.Si el mundo fuera justo, hace tiempo que tendrías que vivir la vida que tú quisieras, porque no hay nadie más sobre la Tierra que haya luchado con tanta voluntad por ello. Pero si así fuera, puede que por el camino dejaras de hacer feliz a tanta gente a la que rodeas, porque quizás sea ese tu destino en el mundo, el de  sacar una sonrisa a todo aquel que se acerca a ti, el de enseñarle una nueva forma de ver las cosas que nunca había descubierto. Eres única en el mundo y en el tiempo, pues por mil años que pasen no habrá jamás nadie como tú.
Hace dos décadas que me diste la vida y desde entonces no has parado de empujarme siempre un poco más para seguir luchando, aunque empujando te hagas tú heridas, pero no te duelen o las ignoras. Podría llenar el mundo con la palabra "gracias" escrita en millones de papeles y en mil idiomas y no sería suficiente. Podría pasarme el resto de mi vida intentando agradecértelo y necesitaría dos vidas más porque no sería bastante. Y ojalá algún día pueda devolverte la mil millonésima parte de lo que me has dado para poder descansar en paz, y hasta entonces, el sólo hecho de intentar conseguirlo es un motivo para seguir un paso más, para continuar sorteando los obstáculos que alguien insiste en colocar en el camino. La vida no nos lo pone fácil, pero me has enseñado que la palabra "rendirse" no existe, y a tacharla cada vez que aparece para cambiarla por oportunidad. Y aunque a veces tenga más o menos éxito, siempre lo intento, porque hay lecciones que merece la pena llevarlas a cabo por el mero hecho de existir y hay experiencias que merecen la pena vivirse por el simple hecho de poder contarlas.
Hace ya mucho tiempo -no digo cuánto por no ser maleducado- que viniste a este mundo. Dios, Yhavé o Alá, o como se quiera llamar, debió verter el frasco de la vida en ti, como cuando Obélix se cayó en la marmita de la poción. Y así, desde ese momento, eres todo vida, todo energía, y así sigues por el mundo, siempre dando sin esperar nada a cambio, sin miedo ni vergüenza, eso son conceptos que no se inventaron para ti. Tú sólo conoces la voluntad, la alegría, las ganas, la fuerza, la pasión, la perseverancia, el optimismo...
Hoy has cumplido años, pero sigue siendo igual de joven que siempre. Y ahora en la vida has elegido otro camino, uno nuevo e incierto, del que nada se sabe, pero del que sé algo seguro: lo seguirás hasta el final con todas las consecuencias y nunca te dejarás amedrentar por nada ni nade, ni siquiera por ti misma, que a veces es lo más difícil.
Te quiero tanto que no tengo espacio en el pecho para que el corazón lata cuando lo pienso, y aunque el tiempo ha pasado y ya no soy aquel que entraba en vuestra habitación por la mañana gritando a viva voz que ya era por la tarde, ni aquel que se sentaba en un sofá con una tapa redonda, una grapadora y una perforadora para imaginar que conducía un coche, siempre te querré tanto como aquella vez que entre tú y papá estuvisteis una noche en vela para montar el estupendo escritorio que los Reyes Magos me habían dejado.
En fin, dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Espero que sea mentira porque te mereces algo más que la mitad del doble. Disfruta de tu día tanto como puedas y como te dejen, y aunque hace tiempo hayamos perdido a nuestra vaca particular -seguramente no resistió mi ímpetu de piloto- siempre nos quedarán los viajes que en ella vivimos.
Felicidades mamá.
Lo imposible es sólo aquello que es un poco más difícil de conseguir.

martes, 20 de marzo de 2012

La soledad de los pasos de tango

Caminas erguido, mas tus pasos retumban con cansancio, con la dejadez que el dolor ha grabado en tus zapatos. Sonríes con ganas pero tras tus dientes aguardan las cosas que la mentira encierra con férrea voluntad. Pero no hay mentira que cien años dure, ni verdad que por siempre se esconda, no hay muros ni tan altos ni tan firmes que contengan los envites del corazón. Aguardas sentado, esperando que el tiempo se lleve aquello que no eres capaz de tirar, rezando porque en el camino encuentres la determinación que tu alma es incapaz de soportar. Y mientras los días vienen y van y el Sol y la Luna juegan a bailar en el cielo, respiras con recelo temiendo que te puedan escuchar, que tus suspiros rompan el aire con la brusquedad con que los latidos de tu corazón pretenden liberar las palabras que enervan el vello y envenenan el alma, con los sentimientos que se consumen en la oscura intimidad del miedo.
Y en ese recóndito lugar permanecen inmóviles los más profundos anhelos que entre sueños buscan un lugar en el mundo, aunque sea irreal, un rayo de Sol, aunque sean los despojos que la Luna le consigue arrebatar entre cada paso del tango que juegan a interpretar.

lunes, 19 de marzo de 2012

La cara de los gusanos

Busca en la noche las razones que hagan callar al corazón, aquellas que se tambalean a cada latido que da el muy cabezón. Pero en la oscura nocturnidad no hay razones, sólo las emociones que a lo largo del día consigue encerrar en lo más hondo del alma, relegadas al ostracismo de la incomprensión. Se queda sin aire, le falta la sangre, y aun así, camina con fingida decencia, con la cabeza muy alta aunque el alma esté en los pies, oprimida a cada paso que da hacia un destino que se aleja cuando él se acerca. Y al cerrar los ojos, recuerda que no hay nada nuevo, que ha vuelto a tropezar en la piedra que alguien tiró una vez en el camino y que siempre olvida apartar, que cada vez parece más grande a medida que él se hace más ciego... o más obstinado. Busca en la noche la calma para poder descansar, las palabras que conviertan sus sábanas en un lugar donde reposar los pensamientos que se agolpan sin cesar en el cielo de la boca, de donde nunca saldrán. Se dice a sí mismo que hay que dormir y se le quiebra la voz al llegar al final, se le parte el corazón al pensar que en sueños vivirá una historia sin principio ni final, sin posibilidad real. Y todas las noches, Morfeo le busca un cuento que consiga que sus sueños no le hagan llorar. Pequeño nómada, no busques bajo las estrellas aquello que durante el día no consigues encontrar, no ocultes entre mentiras inocentes verdades latentes que algún día pueden estallar en tu pecho en forma de latidos incesantes, lágrimas vacilantes que se arrojan al vacío sin saber si en el suelo encontrarán la calma que tu alma no les sabe dar. Pequeño nómada, arroja al bosque aquello que no te deja avanzar o espera sentado bajo un árbol a que el Sol vuelva a brillar. Mientras, la Luna te mira con la melancolía grabada en sus miles de ojos de cristal. Mientras, las mariposas aguardan su despertar, anhelando dejar su fea cara de gusano en algún recóndito lugar.

domingo, 18 de marzo de 2012

Feeling... free?

Cómo le gustaría volar libre y dejar atrás las rejas de la vergüenza, la tristeza de la verdad que se esconde tras cada risa enlatada. Cuánto daría por sólo tener un segundo de libertad, dejar que su alma gritara hasta reventar, que su corazón latiera sin miedo a ser escuchado y espantar a las palomas. Todo depende de él, y en realidad él no puede hacer nada. No puede porque no quiere, pero en realidad quiere con toda su alma. La vida le pide paciencia, pero él ya no puede esperar, está cansado de aguardar que un par de copas lo solucionen todo si al final no hacen más que estropear. Está agotado de creer que tras un par de preguntas disfrazadas puedan estar las respuestas que tanto ansía escuchar, de leer en chino lo que claramente no lo es, de darle tantas vueltas hasta que parezca que es lo que no es, y para darse cuenta al final de que no es lo que es.
Y en medio de la noche, aguardando el amanecer por no quererte despertar, se imagina a sí mismo donde realmente le gustaría estar. Y llegará el día en el que no pueda más y rompa a llorar o rompa el mundo en tantos pedazos que nunca más los quieras pegar. Y tus dedos, que siempre asomaron más allá de donde uno se cabe preguntar, trazarán el camino de vuelta a la indiferencia que tras la verdad espera encontrar el momento de ponerlo todo patas arriba y sin desayunar. Cómo le gustaría ser libre para poder buscar en el diccionario las palabras que no se atreve a pronunciar, aquellas que amarillean de antigüedad, las que retumban en su cabeza pero se pierden en el paladar, las que se hilvanan junto a los suspiros que el tiempo guarda en una frágil caja de cristal.

jueves, 15 de marzo de 2012

The Bu reaction

Hay veces que uno siente desfallecer, momentos en los que se encuentra enfrente obstáculos insalvables, momentos que ponen a prueba sus capacidades, su voluntad. Hay veces que la vida se hace tan dura que ni ella misma se soporta, tan amarga que un limón podrido sería como una fresa recién cogida del arbusto. Hay días en los que la cama parece el mejor refugio en el que pasar las horas, en los que el mundo se convierte en un lugar tan grande y uno en algo tan pequeño que la insignificancia cobra forma en uno mismo. Hay momentos en los problemas parecen querer venir todos juntos, cuando en realidad nosotros los llamamos en cuanto aparece uno. Hay tantos y tantos instantes en los que la vida nos pone a prueba, nos reta y nos hace llorar, fuerza nuestro alma hasta escucharla gritar, buscando que suplique que ya no puede más. En esos momentos, uno debe mirar al frente, levantar la cabeza con orgullo y dejar de lamerse las heridas para poner la carne al descubierto pidiendo más. Cuando las dificultades se ponen una detrás de otra, en fila india, hay que buscar la voluntad hasta debajo de las piedras, entre la tierra o en el cielo, y plantarse cara a cara con ellas. Y tras todos esos momentos hay grandes recompensas, aunque sólo sea por el mero hecho de haber gritado con rabia lo que uno ama la vida, aunque sea por la simple demostración de esfuerzo y pasión por lo que el latir del corazón supone, por lo que se esconde tras cada uno de los amaneceres que se suceden en la interminable travesía que empieza con un estruendoso llanto y termina con un suspiro. Y en cada uno de esos momentos, uno debe ser consciente de lo que tiene que hacer y querer hacerlo con toda su alma. Nunca intentes nada, habrás fracasado antes de empezar. Hay cosas que son increíbles y sólo imaginarlas ya es una maravilla... maravillosamente dolorosa. Hoy, el dolor importa menos, los sueños pesan más. If in doubt, flat out.


PD: Dedicado a Bu.

sábado, 10 de marzo de 2012

Los cangrejos en enero

Buscó entre sus cosas desesperada, revolviéndolo todo, desperdigando sus cosas por el suelo. Buscaba razones, motivos, quería saber por qué había dicho sí cuando había dicho sí, por qué no habló cuando quiso hablar, por qué la boca le sabía mal aunque hubiera comido chocolate. Estaba ansiosa porque había llegado a un lugar al que nunca imaginó que llegaría y necesitaba comprender cómo había acabado allí. Imágenes y recuerdos se agolpaban en su mente mientras sentía el pulso en la sien, cada vez más fuerte, cada vez más intenso. Y, por más que buscaba, no encontraba lógica alguna, y cuando encontraba algo que no entendía se preguntaba por qué, y al recordar se respondía y por qué no. Así transcurrió el tiempo, en un constante diálogo entre el presente y el pasado: mientras uno exigía explicaciones el otro no sabía que responder y simplemente se limitaba a mostrar la estampa de aquel ayer, el momento en el que la irracionalidad había cobrado sentido. Pero no comprendía que ella era ella y sus circunstancias, y que aunque ella viajaba en el tiempo, sus circunstancias permanecían ancladas para siempre en cada segundo, en cada instante, una combinación de variables que nunca se volvería a repetir. Pero ella no lo entendía, seguía poniéndolo todo patas arriba, deshaciendo la cama, rebuscando en su alma, sin escuchar nada ni nadie a su alrededor. Cada vez respiraba más fuerte, cada vez más rápido, y cada vez estaba más lejos de conseguir nada. Llegó la noche que lo cubrió todo con un fino manto de luces tenues a veces ocultas tras las nubes trasnochadoras, aquellas tan tímidas que no se atreven a salir a la luz del día. Latidos, suspiros, lágrimas, enfados, nervios...Y entonces se dio por vencida, no podía más. Abatida se sentó a llorar en el suelo, rodeada de todas sus cosas, de todos sus recuerdos. De repente, cuando la locura dejó paso a la tristeza, la calma llenó su alma y escuchó uno de los latidos de su corazón. Se quedó eclipsada por el maravilloso estruendo, por el eco de la vida en su pecho, y al escuchar el siguiente, distinto pero igual, comprendió que no podía buscar el aire en el agua, ni el cielo en la tierra, porque todo estaba en todas partes como lo está la alegría en la tristeza. Aliviada, se sentó al lado de la ventana y miró al mar, donde las olas nacían y morían, donde el Sol cada mañana se asomaba a mirar cómo los cangrejos se obstinaban en caminar hacia atrás. Y, sin más, se puso el bañador y se fue a nadar mientras enero se dejaba caer en forma de lluvia sobre la orilla del mar.

PD: Dedicada a Tricia para que no pueda escaquearse de salir el fin de semana que viene.

jueves, 8 de marzo de 2012

La historia de las piedras

En el camino hay muchas piedras: redondas, picudas, algunas más claras, otras oscuras, pequeñas y grandes, lisas o con muescas... Hay caminos con muchas piedras, otras que no encuentra obstáculos pero que no llevan a ninguna parte.
Y allí estaba él, enfrentándose de nuevo al sin vivir de elegir. Todos los caminos llevan a Roma, pero no todos quieren ir allí. Y él ni siquiera sabía hacia dónde ir. Estaba cansado de elegir siempre el más complicado, de acumular piedras en sus zapatos, de arrastrar heridas que nunca parecían cicatrizar. Se sentó desolado, temiendo perder las ganas de vivir, de luchar. Y al sentarse vio el horizonte, y en él un camino totalmente despejado, libre de dudas, de tristeza pero también de alegría, de desolación pero también de esperanza. Y se imaginó a sí mismo avanzando sin más, movido por la inercia de un corazón sin pasión. Y entonces se levantó decidido y tomó el camino más difícil. Y al primer paso pisó una piedra afilada cuando aún no había olvidado el dolor de la anterior, y derramó una lágrima que surcó su rostro siguiendo el rastro brillantemente melancólico de la última. Y a cada latido sentía un pinchazo, y en cada suspiro, un quejido de su alma. Pero a pesar de todo, siguió avanzando sin parar, con la esperanza de llegar al horizonte con tiempo de ver al Sol marcharse a descansar. Y es que hay carreteras peligrosas con muchas curvas, con las marcas de frenazos en los que otros dejaron parte de su vida al arriesgar e ir más lejos de lo que podían.
Pero esas curvas esconden también las emociones de la vida, aquellas que no se encuentran en una linea recta con principio y final, ambos en un mismo sentido.
Aún no ha salido de una y ya esta cruzando el volante para entrar en la otra. Aún no ha acabado de reír y ya está empezando a llorar. Cuando llegue al final o se canse a mitad de camino tendrá consigo tantos tesoros como lágrimas aun le quedan por derramar.
Hay cosas que son imposibles y sólo imaginarlas es ya una maravilla... maravillosamente dolorosa.

miércoles, 7 de marzo de 2012

The abruptness of heartbeats

Hay noches que se disfrazan de días, noches en los que la esperanza brilla más que el sol. Hay días tan negros que ni un millón de estrellas los podrían alumbrar. Hay palabras que no significan nada y suenan mucho, hay otras que nunca se escuchan y dicen tanto que podrían resumir toda una vida. Las hay que vienen y van y no encuentran su lugar en el mundo, otras que nunca pueden salir y se revuelven enrabietadas en la boca de algún pobre infeliz. Latidos que no se sienten por otros que hacen vibrar hasta los huesos, besos que no emocionan nada por miradas que ponen el mundo patas arriba. Hay decisiones que no se piensan y son vitales, otras que quitan el sueño sin merecerlo.
Entre días oscuros y noches brillantes, entre palabras que no salen y las que no deben salir, entre latidos y besos, miradas y elecciones, entre suspiros y decisiones transcurre la vida mientras intenta sin éxito elegir el término medio. Pero en el medio todo es la mitad de algo, la mitad de la tristeza, la mitad de la alegría, la mitad del amor, un quiero y no puedo. Y aunque quisiera, no podría, porque los latidos son bruscos, porque bruscas son las emociones, porque la vida del hombre es el límite de la naturaleza, la cúspide del caos, el mayor sinsentido que la física puede soportar.
Hoy ha buscado una mirada en la que perderse, una palabra para enamorar, una elección rápida a algo que no puede ni pensar. Entre los granos de arena, al borde del mar, de cara al horizonte, busca la verdad. Pero la verdad es que la verdad no existe, sólo es la excusa para no querer volar.

martes, 6 de marzo de 2012

La verdad de los valientes

Volverá la verdad a emerger
de entre la oscuridad del ser
que nunca fue.

Volverán las mentiras a luchar
por imponer a la fuerza su voluntad
de verdad.

En las noches de luna llena
que nunca pudieron llenar
el alma de un desdichado
que nunca supo a quién amar.

En los días de cielo nublado,
de gris plomizo y desesperado,
en los que el llanto hubo de secar
en las hojas de las rosas que nunca debió regalar.

En cada instante, en cada segundo,
las preguntas acechan su corazón,
las respuestas se pierden en la razón
con que la sinrazón de la tristeza
ha impregnado las huellas que deja al volver.

Y cuando ríe con su boca llena de dientes
se escapan los suspiros que nunca mienten
y en los que se escucha a su alma llorar.

Y cuando llora, aunque no lo muestre,
se diluyen los suspiros valientes
que quisieron decir la verdad.

En algún lugar de mi alma,
hay hueco para ti,
cada vez más grande,
cada vez más triste.

Y si no vienes se perderá
lo que en él guardó para ti,
y en cada noche escucharás
cómo la Luna le susurra a los gatos
que en un tejado aún está sentado
el recuerdo de una sombra
de un suspiro sin terminar.

lunes, 5 de marzo de 2012

La voluntad de los castillos de arena

Mil veces había visto que era imposible, mil veces había sufrido tanto como la primera vez. Y aunque ninguna de ellas era igual, en el fondo, lo eran. Y cada una de las veces se prometía que no volvería  a pasar. Pero su firme voluntad se desvanecía y perdía como la arena entre las manos tan pronto como escuchaba a su corazón palpitar tan fuerte que le dolían los oídos y atronaba su cabeza, cuando sentía que su pecho se hinchaba de felicidad y expectación, aunque luego se contrajera de dolor y frustración. Pero era tan feliz cuando cogía aire que no podía parar de inspirar. Y entonces el amor se convirtió en una droga, una dependencia absurda, estúpidamente bella, una necesidad irracional. Tantas veces cogía aire que se mareaba cuando tenía que parar. Y, aunque entonces se desgarraba el alma entre gritos de dolor, aunque derramara las lágrimas más amargas que unos ojos puedan verter, todo quedaba en una cicatriz rosada al amanecer, un triste recuerdo borroso de algo que nunca debió pasar... o quizás sí. Cada vez más débil, cada vez más triste y, sin embargo, cada vez más feliz. Hasta que un día, las cicatrices eran tantas que no podían dejarle ver. Y, entre suspiros y lamentos, su corazón dejaba de latir tan rápido, y cada latido era una punzada de soledad que retumbaba en su cabeza mientras se prometía que nunca lo volvería a hacer. Pero ese era un castillo de arena que nunca pudo acabar, porque no hay castillo que se sostenga si se derrumba al empezar, no hay promesa que perdure si no existe la voluntad. Y no hay voluntad posible que pueda vencer al frenético ritmo que la vida toma cuando uno siente que puede volar, cuando escucha a su alma gritar y nota el pulso en las venas tanto que pareciera que van a estallar. Y así pasaba el tiempo, entre curvas lentas y tristes y otras rápidas y desafiantes, en las que intentaba mantener una trazada que nunca tenía final. Hay cosas que son imposibles y sólo imaginarlas es ya una maravilla... maravillosamente dolorosa.